El Sol de la Laguna

La Cubana, la mujer que vive en el panteón

Son taxistas a quienes les ha tocado vivir alguna experienci­a escalofria­nte

- DEBANHI DE LA CRUZ GONZÁLEZ

Muchas historias ocurren durante la madruga, específica­mente durante las dos o tres de la mañana que a muchos taxistas les ha tocado vivir alguna experienci­a escalofria­nte, dejándolos completame­nte mudos y paralizado­s, haciendo preguntas de si lo que acaban de ver fue real o no.

Cuenta la leyenda, recopilada por Efraín González Hernández, que durante 1906 en el país una epidemia de viruela negra atacó a gran cantidad de personas, muchos de los enfermos al ser considerad­os desahuciad­os, aún vivos fueron llevados al sepulcro debido a la inminencia de su muerte.

En aquella época existían varias cantinas y burdeles por el rumbo del Mercado Alianza, en uno de ellos trabajaba una mujer muy guapa a la que apodaban `La Cubana', era muy solicitada por los hombres, aunque lamentable­mente fue atacada por el azote de la viruela negra.

Por temor al contagio los varones dejaron de asistir, y la dueña del lugar, viendo considerab­lemente disminuida la asistencia, optó por sepultar a La Cubana aun cuando todavía estaba viva.

Tiempo después de aquel espantoso suceso, cerca del Mercado Alianza había una cantina llamada La Feria y en sus afueras estaba un sitio de taxis, a uno de ellos se acercó una dama vestida de negro con el rostro cubierto por un velo del mismo color, solicitand­o ser llevada al Panteón Municipal. Al llegar al lugar, aquella misteriosa mujer preguntó por el precio del viaje; el chofer, temeroso de que algo pudiera pasarle a la dama en aquel lugar, se ofreció a esperarla para su regreso, sin embargo, ella le respondió:

—No me espere... aquí vivo, al pensar que era una broma insistió en esperarla, pues el lugar era peligroso, —Aquí vivo, dijo nuevamente la mujer, ¿A caso no me conoce?, el taxista se negó, pues no podía verle el rostro.

En ese momento, la dama se levantó el velo negro que lo cubría, y el cochero, al verla, quedó atónito reconocien­do el rostro de La Cubana.

El hombre perdió el conocimien­to y así permaneció durante mucho rato, hasta que llegó el velador del panteón y lo encontró desmayado, lo reanimó y cuando el taxista despertó aún continuaba lleno de terror, luego contó lo sucedido y el hecho fue conocido por toda la ciudad.

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/NAYELI SOLORIO “Sentí como que alguien me venía viendo, volteé al retrovisor del carro y vi una cosa blanca”, contó Francisco, taxista

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