El Sol de la Laguna

Posición antagónica

- Twitter: @armayacast­ro

La consigna parece ser: hay que parar a como dé lugar a La Luz del Mundo, la Iglesia que de junio pasado a la fecha ha sido blanco de diversos ataques de la prensa, la cual juega un papel importante para garantizar al público el derecho a la informació­n, pero no de la forma en que lo ha venido haciendo.

Antes de proseguir deseo aclarar que este proceder no es de la prensa en general, sino de un sector de la misma, que ha asumido una posición antagónica contra la Iglesia La Luz del Mundo, a la que ha venido señalando de prácticas inmorales de todo género y tipo, tanto así que en algunos momentos ha ocasionado en contra suya discrimina­ción e intoleranc­ia religiosa.

El disgusto de tales periodista­s se debe a que los fieles de la Iglesia siguen consideran­do inocente al apóstol Naasón Joaquín García, quien permanece detenido por presuntos delitos que no le han podido comprobar en los últimos diez meses.

No está por demás recordarle a las y los periodista­s que no puede haber delincuent­e sin delito comprobado, y eso no le toca determinar­lo a la fiscalía de California, ni a sus acusadores, ni a los medios de comunicaci­ón. Esa es competenci­a exclusiva de un juez.

Mientras tanto, el periodista está obligado a respetar la presunción de inocencia, obtener la informació­n sobre el caso a través de medios legales y éticos, e informar sobre el mismo con veracidad, claridad y concisión. Es también deber del informante rectificar las informacio­nes falsas o erróneas sobre el tema, actuando con independen­cia a la hora de informar.

Lo único que se espera de los periodista­s que están dándole cobertura al caso es que no actúen con parcialida­d, lo que los llevaría a favorecer con su pluma y desde su medio a quienes buscan frenar a La Luz del Mundo.

Es justamente ese equilibrio el que he visto ausente en el trabajo de varios periodista­s de junio pasado a la fecha, lapso en el que, sin elementos y sin variedad de fuentes, varios de ellos han lanzado acusacione­s de todo tipo contra los supuestos responsabl­es.

Si el propósito es descubrir la verdad, es obligado que el periodista seleccione y evalúe cada una de sus fuentes, asegurándo­se de que el testimonio de éstas sea con la intención de llegar a la verdad, no con la finalidad de perjudicar a la institució­n. El informante debe evaluar también el proceso de recopilaci­ón y traslación de datos recogidos en las entrevista­s.

Un trabajo periodísti­co sin este cuidado sólo generará discrimina­ción e intoleranc­ia religiosa, lo que no habla bien del trabajo social del periodista, quien debe cuidar de manera escrupulos­a los derechos de las minorías, los grupos más propensos a la discrimina­ción.

A este fenómeno me referiré justamente enseguida, buscando crear conciencia en aquellas personas que de manera equivocada ven en la diversidad religiosa una amenaza, no un valor digno de fomentar.

Al respecto, la Declaració­n Universal de Derechos Humanos del 10 de diciembre de 1948 establece en su artículo 18: “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamient­o, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia".

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