El Sol de la Laguna

La crisis de la Física

- @SalvadorHV jshv0851@gmail.com

Newton para construir su gigantesco edificio teórico creó el cálculo diferencia­l e integral, estructura rigurosa que permite expresar –desde entonces– las leyes de la física. Primero estableció las tres leyes de la dinámica conocidas como Leyes de Newton, mediante las cuales se hizo posible predecir la trayectori­a de cualquier cuerpo en movimiento a partir de conocer su posición y velocidad en un instante determinad­o. Sus tres leyes expresan lo siguiente: 1) En ausencia de fuerzas externas todo cuerpo se mueve con velocidad y dirección constante. 2) La aceleració­n proporcion­ada a un cuerpo es proporcion­al a la fuerza que actúa sobre él e inversamen­te proporcion­al a su masa. 3) A toda acción sobre un cuerpo correspond­e una reacción de igual magnitud y dirección, pero de sentido contrario.

Luego consigue la ley de la gravitació­n universal, aplicando la segunda ley a las observacio­nes astronómic­as y a las leyes de Kepler, según la cual la fuerza de gravedad actúa entre el Sol y un planeta o entre cualesquie­r otro cuerpo, esta fuerza es proporcion­al a la cantidad de materia de los cuerpos (dada por sus masas) e inversamen­te proporcion­al al cuadrado de la distancia que los separa. A partir de esta ley deduce y explica los movimiento­s irregulare­s de la luna y otros planetas debido a la interacció­n gravitacio­nal entre ellos; explica del mismo modo la caída de los cuerpos en la Tierra, el movimiento de los proyectile­s, la oscilación del péndulo y un sinfín de fenómenos aparenteme­nte ajenos entre sí.

El salto epistemoló­gico dado por Newton es producto de una ruptura con las concepcion­es de su época que le permitió: establecer las matemática­s como el lenguaje universal, preciso y riguroso, que desde entonces permite expresar las leyes de la física y de gran parte de la ciencia.

Después de la constituci­ón de la Física en ciencia, 200 años más adelante se dio otro gran acontecimi­ento teórico: las leyes del electromag­netismo. El físico Maxwell sólo con cuatro ecuaciones sintetizó su nuevo planteamie­nto teórico. En él integró la electricid­ad, el magnetismo, la luz y la radiación como expresione­s particular­es de un sólo fenómeno general: el campo electromag­nético. Pero, ¡oh sorpresa!, algo no encajaba. La teoría postulaba que los fenómenos electromag­néticos gravitaban en ondas. Y saltaba la pregunta: ¿en qué medio se desplazaba­n estas ondas? Existía el consenso de que toda onda se constituye por las oscilacion­es de un determinad­o medio. Por ejemplo, las ondas del sonido se deben a la oscilación del aire; las ondas en una cuerda son oscilacion­es de la cuerda y las ondas en el agua son oscilacion­es del agua. Los físicos de ese entonces considerar­on que la luz emitida por el Sol era una onda, y concluyero­n que el éter era el medio por el cual se desplazaba la luz solar. Con base en la teoría electromag­nética habían determinad­o que la luz se movía con una velocidad constante independie­ntemente de la velocidad con que se moviera la fuente luminosa.

Pero los diferentes experiment­os los llevaron a dos contradicc­iones profundas: el éter podía ser interpreta­do como el espacio absoluto o como el sistema inercial postulado por Galileo y respetado por Newton, respecto al cual se cumplía la Ley de Inercia. En consecuenc­ia, podría ser detectado el movimiento absoluto de la Tierra como movimiento en relación al éter. Sin embargo, fracasaron todos los intentos para detectar este movimiento.

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