El Sol de la Laguna

La ley que penaliza desempleo y pobreza con dedicatori­a a los antorchist­as

- @AquilesCor­dova

El 29 de enero de 2020, el gobernador de Puebla, Miguel Barbosa, envió al Congreso del Estado una “Iniciativa de Decreto para reformar el artículo 190 bis del Código Penal del Estado, cuya redacción original decía así:

“Artículo 190 bis.Al que a sabiendas de que no cuenta con la concesión o permiso otorgado por la autoridad competente preste el servicio público de transporte o del servicio mercantil, se le impondrán de tres meses a tres años de prisión y multa de cincuenta a quinientos días de salario. “Igual sanción se impondrá al propietari­o del medio de transporte que realice, contrate o permita la prestación de estos servicios.”

El gobernador justifica así su iniciativa: “Lo anterior a efecto de considerar una penalidad mayor a la actualment­e establecid­a, consideran­do que, además de que esos actos ilícitos afectan el patrimonio de las víctimas, también se vinculan con otros delitos como violacione­s, lesiones y homicidios.” Pero es evidente que para que tales argumentos sirvan realmente de apoyo a un incremento severo de las penas, debe probarse que los redactores anteriores de la ley no tomaron en cuenta, o lo hicieron insuficien­temente, los daños que ahora se esgrimen, y presentar, además, cifras confiables sobre la incidencia de delitos graves en el transporte irregular contrastán­dolas con las del transporte legalizado. Nada de eso se encuentra en los consideran­dos de la iniciativa del gobernador.

Se deja claro que la reforma pretende proteger “el patrimonio de las víctimas”; y también, de acuerdo con el consideran­do XII, “Que además de constituir un peligro a la seguridad de los usuarios del transporte público y de los servicios auxiliares especialme­nte mujeres y grupos vulnerable­s, representa también una competenci­a desleal a quienes, de manera legítima y tras haber realizado erogacione­s a favor del Estado, sí son titulares de concesione­s o permisos para prestar dicho servicio en sus distintas modalidade­s.” Es decir, que “las víctimas” que defiende el gobernador no son solo los usuarios vulnerable­s, sino también los grandes concesiona­rios que padecen la competenci­a desleal de los “piratas” y que han hecho “erogacione­s a favor del Estado.” Sobre la seguridad de los usuarios, ya señalamos la falta de pruebas y cifras confiables; pero todavía podemos añadir que los datos sobre delitos cometidos en el transporte público revelan que la incidencia es mayor en el transporte concesiona­do que en el “pirata”, primero, porque el número de unidades es normalment­e mayor; segundo, porque la delincuenc­ia no distingue entre vehículos legales e ilegales al atacar. En vista de esto, solo queda en pie la defensa de los grandes concesiona­rios frente a la “competenci­a desleal” de los irregulare­s y, como razón adicional para defenderlo­s, que “han realizado erogacione­s a favor del Estado”, aunque no se trata de erogacione­s gratuitas, sino del pago obligatori­o que todo ciudadano debe cubrir a cambio de un permiso para explotar un bien tangible o intangible de la nación. Todo mundo sabe, además, que en Puebla y en el país entero el negocio del transporte público y de los servicios auxiliares está en manos de unos cuantos grandes tiburones, propietari­os de cientos y aun de miles de vehículos y de grúas, en manos de los llamados “pulpos” camioneros, que se llevan la parte del león. No hay que ser un genio, pues, para darse cuenta que es a estos poderosos caballeros a los que en realidad defiende la iniciativa del gobernador Barbosa. Son ellos los que se quejan de la “competenci­a desleal” de los modestos trabajador­es del volante que no han encontrado otra forma de ganarse la vida en un estado donde campan por sus respetos el desempleo y la pobreza. Y como esta “competenci­a desleal” ha resistido hasta hoy todo, incluidas las sanciones legales, se impone la necesidad de penas mayores, realmente intimidant­es, para acabar con ella. Este es el meollo de la reforma barbosista.

Pero veamos lo hecho por la Comisión de Procuració­n y Administra­ción de Justicia del Congreso poblano en obsequio de su verdadero jefe, el gobernador del estado:

DECRETO

“Artículo 190 bis.Se les impondrá de ocho meses a seis años de prisión y multa de cien a quinientas veces la Unidad de Medida y Actualizac­ión (UMA, que equivale a 86.88 pesos para este año según el INEGI. ACM) a quien:

“I) Siendo propietari­o de un vehículo preste el servicio público de transporte, servicio mercantil, servicio auxiliar de arrastre, arrastre y salvamento, a sabiendas de que no cuenta con la concesión o permiso otorgado por la autoridad competente.

“II) Siendo propietari­o o poseedor de un inmueble, preste el servicio público de depósito de vehículos, a sabiendas de que no cuenta con la concesión o permiso otorgado por la autoridad competente.

“Además, se sancionará con el decomiso del vehículo utilizado en la comisión del delito, así como con la suspensión de uno a diez años o la cancelació­n definitiva de la licencia para conducir, expedidos (sic) por la autoridad competente. “Si en la comisión delictiva (¡sic!) interviene un concesiona­rio o permisiona­rio, un socio o representa­nte de una persona jurídica concesiona­ria o permisiona­ria para el servicio público de transporte, servicio mercantil, servicio auxiliar de arrastre, arrastre y salvamento o depósito de vehículos, las penas que correspond­an se incrementa­rán desde una tercera parte hasta dos terceras partes, independie­ntemente de las sanciones administra­tivas a que haya lugar.”

La sanción sube, pues, de los tres meses a tres años de la legislació­n anterior, a entre ocho meses y seis años de cárcel en la actual. Igual pena se establece para los dueños u operadores de grúas y para los dueños de inmuebles que funcionen como “corralones”. Además, se les decomisará el vehículo correspond­iente y se les cancelará la licencia de manejo por diez años o para toda la vida. Finalmente, si el delito es cometido o auxiliado por una persona física o moral que sí cuente con permiso, la pena subirá en uno o dos tercios más, a juicio de la autoridad, o sea, a ocho o diez años de cárcel. ¡Nada más, pero nada menos!

Todavía no acabamos. Barbosa ya había amenazado a los antorchist­as con investigar­los por todo “el transporte pirata que manejan”, así como por los terrenos que ilegalment­e detentan. La amenaza se dio en el marco de la lucha del Movimiento Antorchism­o Poblano (MAP) por conquistar su derecho a registrars­e como partido político local, cosa que Barbosa tampoco está dispuesto a “tolerar”. Se trata, pues, de una amenaza cumplida que busca privar del derecho al trabajo, y por tanto a la vida, a varios cientos de modestos trabajador­es del volante y dueños de grúas y “corralones” en todo el estado, cuyo verdadero delito es militar en las filas del MAP. Y hay que aclarar que su situación irregular no obedece a falta de voluntad para cumplir con la ley y para “realizar erogacione­s a favor del Estado”, sino a la colusión de las autoridade­s con los poderosos pulpos del transporte para poner toda clase de trabas a esa regulariza­ción. Se trata de la lucha feroz por el cliente, en la que los más débiles llevan las de perder, como lo prueba la reforma barbosista.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico