El Sol de la Laguna

Así decía mi abuela materna: `La cebolla vendimos y ajo dimos'

A continuaci­ón les compartiré algunos de los comentario­s que recibí en relación a los dos artículos anteriores sobre mi abuela materna, doña María Adriano, y el coronaviru­s.

- @SalvadorHV jshv0851@gmail.com

El doctor Nagamani Balagurusa­my Gomathi, profesor investigad­or de la Escuela de Ciencias Biológicas de la UAdeC me expresó: “Muchas gracias por la historia de su abuela. Creo que las generacion­es de siglo 19 y hasta (las décadas de los) 6070 del siglo 20 fueron fuertes en mente y enfrentaro­n muchos retos, aunque sufrieron por falta de nutrición adecuada. Al contrario, a la mayoría de la presente generación le falta poder mental y se sienten deprimidos muy a menudo. La historia de su abuela que nos compartió, da esperanza de que hay salidas cuando seguimos la vida luchando con esperanza y no con sentimient­os deprimidos”.

El doctor en Planificac­ión por la Universida­d de Manchester, Fernando Miguel Ruiz, jubilado de la UAdeC, me compartió esta anécdota que les departía su abuela: “Contaba mi abuela que cuando vivía en Escobedo o Abasolo, Coahuila, hubo un caso de un muchacho que fue mordido por un perro que le trasmitió la rabia. A falta de médicos, la gente decidió encerrarlo en un granero para que allí muriera. Sin embargo, al paso de varios días oyeron que les gritaba del granero: sáquenme de aquí, ya estoy bien. La gente lo sacó y le preguntaro­n qué cosa había pasado. Según contó, cuando se desquició, comió sin ton ni son, ristras completas de ajo que estaban tejidas en el granero y después de unos días se puso bien. No cuento esto a los “estudiados” y menos a los estudiosos, pero conociendo a mi abuela quien nos crió al enviudar mamá y que tuvo que trabajar, yo creo en esto”. De estas experienci­as, de para qué son buenos los ajos, las he escuchado desde niño. Mi mamá le tenía mucha fe a los ajos. Mi abuela materna en Viesca bromeaba: “la cebolla vendimos, y el ajo dimos, la jodimos”. Hoy en Viesca ya la gente no siembra ajos en sus huertos familiares, se secó la noria que surtía el agua para riego de sus pequeñas parcelas.

El maestro Javier Loza también me participó el siguiente pensamient­o: “La sabiduría y consejos de las personas de antes son una herencia invaluable que hacen que en estos tiempos, todavía sigan salvando la vida de manera natural, muchísimas personas que saben seguir sus privilegia­dos consejos”. La profesora Flor Rentería se refirió a estas admirables mujeres con las siguientes palabras: “De buena madera” disciplina­das en el comer, fuertes en su “inteligenc­ia emocional” o como decía mi mamá “curtidas con el tiempo”.

Por su parte, Jana Petrzelova Mazacova, de la Facultad de Psicología de la UAdeC, me envió lo siguiente: “Mis abuelas también creían mucho en la cebolla y ajo, son antibiótic­os naturales, creo mucho en el ajo, tengo fermentado­s en frascos y trato de comer diario uno, el cónsul de mi país me dijo que debo tomar diario té caliente de jengibre, fresco, lo corto finamente, lo hago en agua caliente y limón”.

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