La paz ya está sucediendo; Coahuila muestra cómo La paz
es factible y los gobernadores son la pieza fundamental. Lo he venido diciendo de diversas maneras durante las últimas semanas, tanto en las presentaciones de mi libro Jaque Mate al Crimen Organizado, en los estados de la República, como en entrevistas sobre la polémica aprobación de la reforma que prolongó hasta 2028 la acción de las fuerzas armadas en la seguridad pública.
Coahuila es hoy uno de los estados más seguros de la República porque como gobernador asumí mi responsabilidad. Contrario a los consejos que recibí, no se la dejé al gobierno federal. Esa responsabilidad implicó abordar la seguridad pública como lo que es: una estrategia multidimensional y de coordinación entre los tres órdenes de gobierno, encabezada por el gobernador.
Cuando se habla de seguridad pública la gente piensa primero, o solamente, en su aspecto reactivo, es decir, el combate armado entre las fuerzas del orden y el crimen organizado, pero aunque dicha reacción fuera óptima, nunca resolveríamos el problema, porque hay que atender por igual sus facetas preventiva, punitiva y social.
En la preventiva hay que cerrarle las fuentes de financiamiento al crimen organizado, como casinos, chatarreras, ventas clandestinas de alcohol, cobro de piso y por supuesto narcomenudeo, entre otras.
En la punitiva es necesario que la persecución y sanción sean eficaces y ejemplares, porque solo así se puede disuadir al delincuente y recobrar la confianza de los ciudadanos.
En el aspecto social se requiere proveer a la población de lo que realmente necesita para que la delincuencia no sea atractiva: empleo estable, buenos salarios, prestaciones, educación de calidad, espacios para la cultura y el deporte y, sobre todo, combatir los ambientes criminógenos en las comunidades. Es necesario prohibir todas las expresiones que hagan del crimen organizado una actividad viable o hasta un ejemplo a seguir.
La paz es factible. Coahuila está dando el ejemplo.