El Sol de la Laguna

Christinde­lsmärik, feria medieval con sentido solidario

Y SIN EMBARGO SE MUEVE

- José Alfonso Suárez Del Real

“El recuerdo, como una vela, brilla más en Navidad”.

Dickens El pasado viernes 24 de noviembre a las 19 horas, los habitantes y visitantes de Estrasburg­o pudieron volver a reunirse en una de las romerías más entrañable­s de la historia de esta otrora Ciudad Imperial, la cual desde 1570 consagró una feria anual en honor al nacimiento de Jesucristo.

nuestro tiempo, el apoyo solidario se hace presente con los espacios destinados a las diversas organizaci­ones de apoyo humanitari­o que realizan labores en la ciudad y sus alrededore­s, en los cuales se reciben donaciones y se ofrecen productos cuyos beneficios se destinan al apoyo social; son “velas de esperanza” en una difícil época de inflación, empobrecim­iento acelerado, exilios forzados por guerras y violencias.

Tras dos años de suspensión forzada por la Covid19 y a cuatro del terrible recuerdo del ataque terrorista perpetrado el 11 de diciembre de 2018 con el resultado de cinco muertos y decenas de heridos, los estrasburg­ueses vivieron extraordin­arios momentos con el festival de luces que antecede el encendido del árbol de Navidad: un pino de 27 metros de altura alumbrado con más de 60 mil focos de leds ecológicos que se alimentará­n con la luz solar para animar la concentrac­ión que provocan los múltiples locales temporales que lo mismo albergan alimentos tradiciona­les de la región que artes populares ancestrale­s o modernos.

Todas las plazas de la Isla Grande, es decir, de la vieja Argentarum ( primer nombre de la ciudad) se visten de fiesta y luces y en todas ellas miles de personas deambulan entre las diferentes “ferias” ubicadas en esos espacios abiertos, puntos de concentrac­ión de los antiguos pobladores de esta bimilenari­a ciudad.

La recurrenci­a de la tradición es una enorme oportunida­d para que cronistas e historiado­res de este singular y relevante centro urbano recuperen para la sociedad fiestas y tradicione­s cuyos orígenes se remontan a fines del siglo XVI, pero que a pesar de interminab­les guerras y disputas se han mantenido firmes en una sociedad orgullosa de su singularid­ad, misma que se demuestra en la trascenden­cia de su nombre: Christinde­lsmärik, `Mercado de Jesús Niño' en alsaciano, lengua original de la región que está vigente entre los herederos de esta sociedad que forjó un espacio de libertades, integrador de razas y religiones a lo largo de su historia.

En sus orígenes, el mercado navideño comenzaba con la fiesta de San Andrés (noviembre 30) en la que todos los niños y adolescent­es jugaban cartas, y quienes perdían tenían que adivinar el futuro de sus compañeros de juego; muchas de las hipótesis giraban en torno a noviazgos y matrimonio­s, conjeturas que eran motivo de risas y alegrías de las familias congregada­s en torno a esos juegos infantiles.

Aquellas doncellas que deseaban que una predicción se cumpliera, acudían a siete fuentes públicas para beber un sorbo de agua helada para que San Andrés efectuara el milagro; y en los casos de los más pequeños, sus padres colocaban una cruz en sus corrales, graneros o negocios para que el santo les bendijera con un año venturoso para la familia.

Como desde el primer domingo de Adviento del año 1571, las familias acuden a los templos a bendecir la corona de pino y las cuatro velas que serán encendidas a lo largo de los cuatro domingos siguientes; de igual forma en cada tienda se coloca un adorno exterior con pino y elementos propios de la época invernal, a fin de atraer la bendición que para los comerciant­es se traduce en clientela.

Parte fundamenta­l de las festividad­es estriba en la elección y traslado de un pino monumental del cercano bosque de Los Vosgos, su encendido marcaba el inicio del mercado, cuya caracterís­tica comunitari­a radica en que durante épocas de hambrunas era en torno a esta actividad comercial que se repartían a la población la “sopa de estrellas” y el “vino caliente” tradiciona­l, bebida caracterís­tica de esta feria navideña.

Hoy, en nuestro tiempo, el apoyo solidario se hace presente con los espacios destinados a las diversas organizaci­ones de apoyo humanitari­o que realizan labores en la ciudad y sus alrededore­s, en los cuales se reciben donaciones y se ofrecen productos cuyos beneficios se destinan al apoyo social; son “velas de esperanza” en una difícil época de inflación, empobrecim­iento acelerado, exilios forzados por guerras y violencias, que están siendo atendidas por estas organizaci­ones y que, con tales acciones, honran la tradición dickeniana cuando el recuerdo medieval de las fiestas ilumina el espíritu solidario de la Navidad.

Hoy, en

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