El Sol de León

Mi padre y yo

Papi, cuando tenía 5 años

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de edad, yo pensaba que te daba pena verte a mi lado. A mis 33 años, hoy entiendo que era impotencia de no poder defenderme de las personas que se burlaban de mí o se quedaban viéndome en la calle y escuchábam­os los murmullos a nuestro paso.

En mi condición de discapacid­ad, recuerdo las veces que discutíamo­s porque no te gustaba que la gente me viera con falda o con short, bueno, creo que aún no te parece mucho la idea porque una persona de talla baja y con una prótesis, llama la atención.

Siempre que pienso en ti, claro, vienen a mi mente el futbol y el basquetbol. Te acuerdas que nos mandabas hacer uniformes iguales a los tuyos, amaba ir a verte jugar, tu sonrisa al meter un gol o insertar una canasta... nunca se me olvidarán.

A mi mente también llegan otros recuerdos bonitos. ¿Te acuerdas de la película Avión Presidenci­al?, la vimos tú y yo en el cine. Sé que no eres muy fan de encerrarte en una sala de proyección pero ese día estábamos aburridos y la teníamos muy cerca así que decidimos entrar.

Parece extraño, pero, la Ciudad de México me evoca olor a medicina, a quirófano. Y es que recuerdo todas las veces que tuvimos que ir a mi atención médica por mi discapacid­ad, una vez por mes mínimo, por muchos años, pero ir contigo era divertido y me hacía sentirme grande también.

Y a pesar de todas las pruebas que se nos pusieron, como familia, aquí estamos, cumpliendo por lo que se luchó durante tanto tiempo: que fuera independie­nte. Sé que no te gustan muchas decisiones que he tomado en la vida, pero sé que siempre me apoyarás, ya sea que esas decisiones me lleven al fracaso o a la victoria.

Aquí estamos papá, tú y yo, trazando el mapa de nuestro andar, nos faltan muchas líneas y aunque ahora estemos lejos, siempre te recuerdo con una canción, con alguna comida o algún juego de futbol.

“Liz cuéntame un recuerdo lindo de con tu papá”. Cuando me dicen eso, creo que me pasaría horas platicando de ti; cierro los ojos y lo primero que recuerdo y siento es mi orgullo de ir caminando a tu lado tomados de la mano. Para mí era sentirme inmortal a tu lado, de tu mano, el mundo se podía caer a pedazos, pero a mí no me pasaría nada porque tú estabas conmigo. Gracias papá. Te amo. Tu hija Liz.

Estimado lector, cuando leas estas líneas, el padre de Liz ya habrá recibido esta linda carta de su hija; es una como muchas historias en la que el papá de una persona con discapacid­ad labra todos los días, con esfuerzo, con dedicación, en el cuidado de sus hijos, pero sobre todo con amor.

Quienes vivimos en condición de discapacid­ad sabemos del carácter y la dedicación de quienes nos rodean en nuestra vida diaria para desarrolla­rnos en los distintos ámbitos de la vida en sociedad.

Felicidade­s en este Día del Padre a quienes tuvieron esta labor. Felicidade­s a todos los padres de nuestro Guanajuato. Hasta la próxima.

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