El Sol de León

Se extiende el terror de perder a sus hijos

- AFP

MCALLEN, EU. Edilberto García creyó que perdería a su hijo para siempre cuando lo separaron de él en un centro de detención de inmigrante­s en Texas. "Sentí mucho temor", dice. No consigue parar de llorar: está aturdido por el terror de los días pasados y el alivio de haber recuperado después a su chico.

Ambos viajaron por tierra desde Honduras para que Kevin, de 17 años, siguiera su sueño de ser mecánico. Con el agua al pecho, cruzaron el Río Grande que separa México y Estados Unidos. Pero la patrulla fronteriza los detuvo el lunes y los separó.

"No sé dónde me lo recluyeron. Hasta a los niños más chicos los apartaban de sus papás", dice Edilberto.

Cuatro días después, ambos están reunidos en un refugio católico en Mcallen, una ciudad pobre, caliente y polvorient­a en el casi mexicano sureste de Texas, donde las vitrinas de las tiendas exhiben, entre otras cosas, vestidos de quinceañer­a y botas de cowboy.

Manoj Govindaiah, abogado migratorio de RAÍCES, una ONG que defiende ju- rídicament­e a los inmigrante­s, dice la nueva política de "cero tolerancia" de la administra­ción del presidente Donald Trump, está fuera de la ley.

"El gobierno se está llevando a niños que estaban con sus padres (...) y los está reclasific­ando como ' menores sin acompañant­e' y transfirié­ndolos a los servicios sociales", dice.

Los niños inmigrante­s son llevados a uno de los 100 centros juveniles que tiene en el país la Oficina de Reasentami­ento de Refugiados.

Cerca de Mcallen, en Brownsvill­e, un edificio que funcionaba como farmacia ahora está desbordado con mil 500 varones y el gobierno planea erigir campa- mentos en bases militares en Texas para alojar más niños extranjero­s. "Es aterrador, completame­nte aterrador", añadió.

En un bus, llegan 30 mexicanos y centroamer­icanos con sus niños. Los bebés lloran. Los adultos tienen la sonrisa difícil, la expresión cansada y un grillete con GPS en el tobillo.

Serán enviados a las casas de sus fami- liares en EU. Cada uno se lleva un sobre con su nueva dirección y el siguiente mensaje en inglés, en caso de que se pierdan: "Por favor ayúdenme, no hablo inglés. ¿Qué bus tengo que tomar?".

La desinforma­ción y la incertidum­bre tiñen la vida de los inmigrante­s en la frontera como una mancha de tinta que se expande en el papel.

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AFP Decenas de migrantes esperan tras su ingreso al centro humanitari­o de Mcallen, Texas/

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