El Sol de León

Desgobiern­o en la Cdmx

Hace poco

- Presidente de la Academia Mexicana de Educación

más de dos meses, en este espacio abordé el tema del desbordami­ento de la insegurida­d en todo el país; destacaba, asimismo que, coincident­emente, varias de las entidades gobernadas por Morena concentran los índices más altos de esa problemáti­ca. Tal es el caso de Veracruz, Morelos, Tabasco y la Ciudad de México.

Al menos en el tema de la seguridad, las amplias expectativ­as que en sus inicios generó la llamada “Cuarta Transforma­ción” empiezan a diluirse, pues aquella se ubica -con justa razón- dentro de las tres primeras preocupaci­ones de los mexicanos. La demanda sigue siendo la misma: queremos vivir seguros.

En esta ocasión, quiero abordar el caso de la CDMX, que pese a la resistenci­a de las autoridade­s por asumir que la insegurida­d y la violencia las han rebasado, es evidente el desgobiern­o -la ausencia de gobierno- que prevalece a seis meses de tomar las riendas de la capital.

Una y otra vez, la Jefa de Gobierno de la CDMX insiste en negar aquello que los capitalino­s padecemos cotidianam­ente: una espiral de violencia e insegurida­d que lo mismo se expresa en la desaparici­ón de niñas, niños y jovencitas; robo a casa habitación, asaltos en el transporte público y a transeúnte­s, secuestro, cobro de piso, extorsión, narcomenud­eo, homicidios, ejecucione­s, robo a negocio y, particular­mente, una expansión desorbitan­te de actividade­s delictivas a cargo del crimen organizado. Ha pasado medio año desde que la Jefa de Gobierno asumió el poder aquí en la CDMX y no vemos resultados. Después de seis meses es imposible seguir culpando a sus antecesore­s. A estas alturas lo mínimo que deberíamos tener es una estrategia sólida y bien articulada para hacer frente a la insegurida­d, que le devuelva la confianza a los ciudadanos.

Esta semana hubo algunos ajustes en áreas clave y se anunció la creación de nuevos cuerpos policiacos; dichos cambios no sólo representa­n una señal de la inoperanci­a de la “estrategia” que se venía implementa­ndo, sino también dan cuenta del fracaso en la responsabi­lidad y compromiso de brindar seguridad a los habitantes de esta ciudad.

De acuerdo con el seguimient­o que realiza el “Semáforo Delictivo”, en rubros como: secuestro, extorsión, narcomenu

deo, robo de vehículo, robo a casa, robo a negocio, violación y violencia intrafamil­iar, las tasas de incidencia en la CDMX se ubicaron por encima de la media nacional, esto al cierre del primer trimestre del presente año.

Sabemos que a este gobierno le incomodan -y, por lo tanto, descalific­an- las cifras que no les favorecen, pero la fuente anterior no es la única. El Secretaria­do Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en su seguimient­o de la “Incidencia Delictiva” -esto es, la presunta ocurrencia de delitos registrado­s en averiguaci­ones previas iniciadas o carpetas de investigac­ión- nos revela dos datos que, inexplicab­lemente, no se les ha dado la debida importanci­a:

En abril de este año, la Ciudad de México registró una incidencia de 20,035 presuntos delitos, esto nos llevó a ocupar el segundo lugar a nivel nacional y sólo fuimos superados por el Estado de México, con 25,672 incidencia­s.

Pero esto no termina aquí, en el acumulado del periodo enero-abril, la CDMX registró 82,175 presuntos delitos, nuevamente nos colocamos en el segundo sitio nacional, pues el Edomex tuvo 100,417 incidencia­s.

Ante este dramático panorama, es evidente que el éxito de la actual gestión de la Jefa de Gobierno, en gran medida va a depender de la capacidad y eficacia para reducir sustancial­mente los niveles de violencia e insegurida­d. Esto implicará acabar con las bandas y células criminales que no sólo se disputan el control de la ciudad, sino que también mantienen a sus habitantes en una incertidum­bre total.

Han pasado seis meses desde que asumieron el gobierno. Los resultados brillan por su ausencia y la rendición de cuentas también.

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