El candidato y el presidente
Nde
serenar al país, de contener el baño de sangre y devolver la paz y la tranquilidad pública, debería empezar por mesurar el discurso presidencial y dar por terminada la campaña electoral iniciada hace 20 años que hoy se desboca en las mañaneras y los informes.
o es lo mismo que el candidato a un cargo de elección popular arengue a sus partidarios y les ofrezca argumentos, los que sean, para persuadir y convencer, para ganar votos y otra muy distinta que desde la autoridad presidencial se descalifique, se ofenda y se repartan culpas sin medir las consecuencias.
La simpleza con la que el presidente de la república arremete contra quienes no están de acuerdo con su estilo de gobernar ya no es argumento de campaña, ya no pide votos convoca a la revancha y a la confrontación, divide al país en buenos y malos.
No es casualidad que en marchas y plantones, en la respuesta de organización social a que convoca el presidente, anarquistas, feministas y los ultras de la derecha y la izquierda agredan a los reporteros, a golpes incluso, son la prensa fifí, sin matices ni distingos, de un día para otro convertidos en enemigos de la patria.
Por supuesto que la libertad de expresión, la prensa incomoda cuando exhibe corruptelas y cinismos, mentiras y desviaciones, un ejercicio cotidiano de libertad como parte elemental de cualquier democracia, siempre y cuando se refiera al pasado, porque ahora si esa misma prensa consigna la misma transa de algún funcionario actual, es reaccionaria
El domingo se cumple un año de este gobierno, el balance es polémico y lo retratan los índices de popularidad presidencial que iniciaron con una gran aceptación a las promesas de campaña, pero que a partir del segundo semestre, frente a los resultados, la tendencia es a la baja. El mismo ejercicio mensual de las encuestas se califica de dos maneras, los primeros seis meses como herramienta ortodoxa de la política y las ciencias sociales, ahora es postura reaccionaria
Desde luego que el más alto funcionario del país tiene derecho a exponer sus logros, a mostrar resultados, compararlos con el pasado y aún encuadrarlos en una definición política y doctrinaria; eso es lo que hace un gobernante; pero el candidato sigue denostando, todo el pasado es corrupción y el futuro promesa. El problema es que en el presente, el presidente habla como candidato. .