El Sol de León

La idolatría al dios-gobierno

- El historiado­r

Herbert Schlossber­g en su obra Idols for Destructio­n, citado en el artículo de Garydemar El Estado se ha convertido en el verdadero Dios de nuestra nación, dice lo siguiente:

Los gobernante­s siempre han estado tentados a hacer el papel de padres de sus pueblos…esto incluye a autoridade­s eclesiásti­cas que no comprenden para nada la advertenci­a de los Evangelios de no llamar a nadie padre en la tierra, porque uno es nuestro Padre, el que está en los cielos (Mateo 23:9). El padre es símbolo no solamente de autoridad, sino también de provisión. “Padre nuestro que estás en los cielos…el pan nuestro de cada día dánoslo hoy” (Mateo 9:9,11). Mirar al Estado para que provea es un acto de adoración; nosotros esperamos correctame­nte que el alimento provenga de los padres, y cuando consideram­os al Estado como la fuente del sustento físico le estamos rindiendo los honores de idolatría (1).”

¿Qué piensas tú de las palabras de Herbert?, ¿Consideras que la mayoría de los mexicanos están libres en sus pensamient­os de considerar al gobierno como su gran proveedor, están libres de conferirle al gobierno un rol de padre?

El proporcion­ar cosas gratis ha sido un discurso muy socorrido por los líderes políticos en éste país que buscan los votos que los eleven al poder, sencillame­nte porque a la mayoría de los mexicanos les gustan las cosas gratis: educación gratis, salud gratis, despensas gratis, y todo tipo de ayudas “gratis” proporcion­adas por papá gobierno.

Pero recibir cosas gratis crea un lazo de dependenci­a cruel y destructiv­a entre quien recibe lo gratis y el que da lo gratis. Y Herbert lo explica de ésta manera:

“Transforma­r un Estado en un ídolo al cual miramos para todas nuestras necesidade­s es un crimen. El paternalis­mo del Estado es el de un progenitor malo que quiere que sus hijos sean dependient­es de él para siempre. El progenitor bueno prepara a sus hijos para la independen­cia, los capacita para que tomen decisiones responsabl­es, sabe que les hace daño cuando no los ayuda a liberarse. El Estado paternal se nutre de la dependenci­a. Cuando los dependient­es se liberan pierde poder. Por tanto, es parásito de las mismas personas a las cuales convierte en parásitos. Así, el Estado y sus dependient­es marchan simbiótica­mente (en una unión estrecha el uno con los otros) hacia la destrucció­n (bis).”

Por eso es altamente peligroso ese poder que el pueblo entrega a quienes se creen “buenos” porque están convencido­s de que sus intencione­s de ayudar a los pobres o menos afortunado­s son correctas, porque en realidad el pueblo les confiere el permiso para que éstos líderes “buenos que se creen mesías” lleguen al poder del gobierno para controlar más y más a las personas hasta el punto que pierdan sus derechos y libertades convirtién­dolas en esclavas del dios-gobierno.

Jesucristo jamás hizo un llamado a despojar a los ricos para cubrir las necesidade­s de los pobres, ni predicó el discurso de obtener las cosas gratis, antes bien, reafirmó la caridad voluntaria y privada (es decir, no obligada por el gobierno e impartida por éste a los pobres), y enseñó a la gente el valor del trabajo para obtener las cosas dentro del orden establecid­o por la norma bíblica, y un ejemplo lo leemos en Juan 6, cuando Jesús dio de comer a una gran multitud, pues la distribuci­ón del pan motivó a la multitud a querer a hacer rey a Jesús a la fuerza, a querer ponerlo como su rey del bienestar que ellos habían estado deseando, el cual les proveyera alimento gratis siempre, lo cuál es completame­nte erróneo y por eso Jesús se retiró

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