El Sol de León

Acusan a AMLO de recibir apoyo del narcotráfi­co

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Un político no puede perder el sentido del honor ni el sentido del humor, recordaba en colaboraci­ón anterior. Imperativo ético trascenden­te para el bien común, el bien público temporal. Porque faltar a su palabra, no honrar sus compromiso­s o tomarse demasiado en serio, sintiéndos­e superior a los demás, genera males públicos, además de daños a sí mismo.

Esa pérdida es más probable e impactante cuando se está en el poder. Porque el poder, más que corromper, exhibe la miseria moral que ya se trae. El marco ético tiene sentido considerar­lo luego de que esta semana se revelara en Estados Unidos (por un reportaje de Tim Golden, ganador de dos Premio Pulitzer, sobre investigac­ión de la DEA) que López Obrador recibió del Cártel de Sinaloa dos millones de dólares para su campaña presidenci­al en 2006. Da nombres de su equipo con ese grupo criminal. Datos muy comentados dentro y fuera del país. Y se esperan más revelacion­es de financiami­entos más recientes, particular­mente en las elecciones pasadas.

Entre quienes han comentado revelacion­es está el propio presidente López Obrador. Y lo ha hecho, contradici­éndose en la calificaci­ón que para otros casos similares le ha merecido acusacione­s de agentes de la DEA y sus testigos o soplones. Varios hemos recordado que, en el 2020, al aprehender­se en Estados Unidos al general Cienfuegos, exsecretar­io de la Defensa de Peña Nieto, validó entonces acusación porque “es la misma contra el que fue secretario de Seguridad Pública de Felipe Calderón”. La acusación contra García Luna como contra Cienfuegos tiene el mismo origen y consistenc­ia -o inconsiste­nciaque la acusación ahora en contra de López Obrador. Pero a él hoy le parece calumnia.

Sus compromiso­s de “no mentir, no robar, no traicionar” hoy están desmentido­s

Yo no pienso que lo haga, porque saldrían a la luz más evidencias, de entonces y recientes, allá y acá

con su conducta personal reciente, la de sus tres hijos mayores y de colaborado­res, como Bartlett. Las evidencias que están a la luz pública, accesibles para cualquier interesado, de conductas ilícitas de éstos, por conflictos de interés y de enriquecim­iento personal o familiar, relacionad­os con la asignación de contratos de obras, adquisicio­nes y servicios públicos en la Refinería Dos Bocas, el Tren Maya, el AIFA o CFE, entre otros, hacen concluir que el sentido del honor y el sentido del humor (como los demás) los perdió hace tiempo, si es que los tuvo.

Las evidencias de expansión del crimen organizado, controland­o el 80% del territorio nacional, cogobernan­do regiones enteras, en todos los niveles de gobierno, ejecutando o desapareci­endo diariament­e a decenas de jóvenes, principalm­ente, en sus disputas territoria­les, no sólo exponen el fracaso de su supuesta estrategia de seguridad, la de “abrazos, no balazos” para los criminales, sino una traición, una pérdida del honor, de la vergüenza, si es que las tuvo.

Xóchitl Gálvez le ha exigido públicamen­te que por sentido del honor debe demandar en Estados Unidos a los agentes de la DEA y a los soplones que lo acusaron.

Gálvez le ha exigido públicamen­te que por sentido del honor debe demandar en Estados Unidos a los agentes de la DEA y a los soplones que lo acusaron

Como demandó a empresas fabricante­s de armas que luego se introducen en México. Yo no pienso que lo haga, porque saldrían a la luz más evidencias, de entonces y recientes, allá y acá.

Lo que importa es lo que conozcamos, pensemos y hagamos los mexicanos al respecto. Si bien tenemos dirigentes impresenta­bles en todos los partidos políticos, una mafio-cracia que sólo ve por los intereses de sus respectiva­s facciones, también la ética política nos obliga a todos a buscar los bienes públicos posibles o a evitar el mal común evitable. Lo de hoy es conocer, analizar y comparar las propuestas electorale­s y los candidatos que mejor nos puedan representa­r, para votar el dos de junio. Yo no tengo duda que la mejor opción presidenci­al es Xóchitl Gálvez. Después veremos cómo rehacer el subsistema de partidos y quizás fundar nuevos, si es lo pertinente, con ciudadanos que tengan sentido del honor y sentido del humor, cuando menos. No conocer, no pensar críticamen­te o no actuar no son opciones éticas. La omisión o la abstención contribuye al mayor mal posible para México. Depende de ti y de mí, de todas y todos.

Xóchitl

Analista político y extitular del Secretaria­do Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública @jalcants

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