Que el dinero no te esclavice
MIRAR.
Los gobiernos federales y estatales, desde hace algunos sexenios, se han preocupado por proporcionar apoyos económicos a adultos mayores, madres solteras, discapacitados, campesinos e indigentes, así como becas a jóvenes sin trabajo y a estudiantes.
Preguntémonos qué tanto somos esclavos del dinero, o administradores responsables para usarlo en bien propio y de la familia, así como de la comunidad, en particular de las personas con menos posibilidad
Esto es muy laudable, pues la sociedad debe ayudar a quienes más lo necesitan. Todos debemos ser solidarios con ellos. Sin embargo, estos dineros, que no salen de los bolsillos de las autoridades, sino de los impuestos que pagamos todos los ciudadanos, no deben usarse para comprar votos en tiempos electorales.
El próximo 2 de junio, en nuestro país se renovarán la Presidencia de la República, varias gubernaturas, senadurías y diputaciones, así como otros cargos en diferentes estados. En tal coyuntura política, se ha anunciado no sólo que a dichas personas se les aumentan las cantidades que de ordinario se les dan cada dos meses, sino que ahora les darán lo doble, por cuatro meses (más de 12 mil pesos -unos 700 dólares-), precisamente antes de las elecciones. ¿Qué significa esto? ¿Es justicia social y democracia, o demagogia y abuso de poder? Comprar a los pobres para que voten por un partido, es degradante e inhumano, pues los esclaviza y no se respeta su dignidad. Eso no es humanismo mexicano, sino dominio y control de conciencias por medio del dinero. ¡Y cuántos no se dan cuenta de que, con dinero, les manipulan! Ya no votan por quien pueda servir mejor a la comunidad, sino por quien les da más dinero. El dinero puede corromper.
En otros campos de la vida, sucede algo semejante. Hay padres y madres de familia que intentan comprar a sus hijos dándoles dinero y cosas materiales, no para educarlos en el esfuerzo y trabajo para que salgan adelante en la vida, sino para acapararlos y para que no les echen en cara sus infidelidades u otras deficiencias. Hay profesionistas, e incluso campesinos, que descuidan su salud y su familia, con tal de ganar más dinero y tener más y más cosas materiales. Son esclavos del trabajo y del dinero.
DISCERNIR
El Papa Francisco, en una catequesis reciente sobre vicios y virtudes, habló sobre
“la avaricia, es decir, aquella forma de apego al dinero que impide al ser humano ser generoso. Es una enfermedad del corazón, no de la cartera. Nosotros podemos ser señores de los bienes que poseemos, pero a menudo ocurre lo contrario: al final, ellos nos poseen.
En su mensaje para esta Cuaresma, nos advierte: “Podemos apegarnos al dinero, a ciertos proyectos, ideas, objetivos, a nuestra posición, a una tradición e incluso a algunas personas. Esas cosas en lugar de impulsarnos, nos paralizarán. En lugar de unirnos, nos enfrentarán”.
Ya nos había dicho en Evangelii gaudium: “¡El dinero debe servir y no gobernar! El Papa ama a todos, ricos y pobres, pero tiene la obligación, en nombre de Cristo, de recordar que los ricos deben ayudar a los pobres, respetarlos, promocionarlos. Os exhorto a la solidaridad desinteresada y a una vuelta de la economía y las finanzas a una ética en favor del ser humano” (EG 58).
ACTUAR
Preguntémonos qué tanto somos esclavos del dinero, o administradores responsables para usarlo en bien propio y de la familia, así como de la comunidad, en particular de las personas con menos posibilidades. Y ayudemos a quienes reciben apoyos económicos del gobierno, a no esclavizarse a un partido, sino discernir quién puede servir mejor al país. Que su criterio para votar no sea quién les da dinero, sino quién es mejor persona.
Obispo Emérito de San Cristóbal de las Casas
Acercarse y ponerse a la altura del que está tirado, tomar de la mano, un gesto que significa más que muchas palabras y levantar, que tiene un sentido cristológico muy profundo relacionado con la resurrección
de los demás. Nos muestra ese rostro de Jesús que difunde vida y restaura lo que está enfermo. Con su compasión y misericordia, atrae hacia Él la miseria de la humanidad: poseídos, enfermos, paralíticos, ciegos, sordos, marginados, personas que les falta vida. Y Jesús los acoge, los restaura, humaniza, libera y devuelve la alegría y la vida a todos.
Pero la intensa actividad de Jesús tiene un soporte: su relación íntima con su Padre Dios. Por más ocupado que esté, por más urgente que sea la predicación y la atención a los necesitados, por más fuertes que sean las controversias, siempre habrá un momento para darle el primer lugar a su oración y su relación con su Padre Dios. Por eso lo encontramos de madrugada, en la oscuridad, apartado, haciendo oración y disfrutando del amor del Padre. Soledad y oración sostienen el ministerio de Jesús. Diálogo íntimo, confidencias amorosas constituyen parte esencial de su tarea.
La misión de Jesús es predicar, dar testimonio, anunciar el Evangelio, es decir, llevar la Buena Nueva. Y anunciarlo a todas las gentes, a todas las naciones, pero sobre todo a los más pobres y necesitados. Para San Marcos, la palabra de Jesús tiene una vital importancia y su anuncio es imprescindible.
Hoy contemplamos a Jesucristo, tal como nos lo transmiten los evangelios, para conocer lo que Él hizo y para discernir lo que nosotros debemos hacer en las actuales circunstancias. En efecto, el discípulo sabe que sin Cristo no hay luz, no hay esperanza, no hay amor, no hay futuro. Esta es la tarea esencial de la evangelización.
Al contemplar el tiempo de Jesús tan lleno de sentido, también nosotros debemos reflexionar sobre nuestras actividades, su importancia y su valoración. ¿Qué tiempo y qué lugar les damos a la familia, al trabajo, a la oración, a los amigos, al anuncio del reino? ¿Qué nos dice el “rostro” de Jesús que hoy hemos contemplado?
Obispo de la Diócesis de Irapuato Facebook @Obispodeirapuato