El Sol de León

EL CAMPAMENTO, EPICENTRO DE LA TORTURA Y ASESINATO DE KIKI

Testigos se referían así a Guadalajar­a a donde fue agente de la DEA, Caro ya la casa de llevado el lo esperaba

- RIVELINO RUEDA Karyna Soriano, Arturo Villa y Juan Con informació­n de Luis Ramos

Desde las 11 de la mañana del 7 de febrero de 1985 comenzó el movimiento en la casa ubicada en la calle Lope de Vega 881, Sector Juárez, en la ciudad de Guadalajar­a. La propiedad, adquirida un mes antes por Rafael Caro Quintero en 4.3 millones de pesos a través de un prestanomb­res, fue el epicentro del asesinato que enfureció a la Administra­ción de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés).

La cita en ese punto, a dos kilómetros del centro de Guadalajar­a, fue a las 11 horas para pistoleros y guardaespa­ldas del Narco de Narcos y Ernesto Fonseca Carrillo, Don Neto, y a las 12 para agentes de la Policía Judicial del Estado de Jalisco, que fungían como elementos de resguardo de los narcotrafi­cantes.

En el Tomo XX del expediente 82/1985 del caso Enrique Kiki Camarena, uno de los inculpados, cuyo nombre está testado, manifiesta que hacia el mediodía del 7 de febrero de 1985 llegaron a dicha propiedad, también denominada como El Campamento, para “ponerse a las órdenes de Ernesto Fonseca para todo lo que se ofreciera”.

“Siendo aproximada­mente las 12 del día llegaron y pitaron el claxon (sic), abriendo un portón blanco el velador y había en el jardín guaruras de Caro Quintero, en compañía de otros pistoleros. En el interior permaneció como quince minutos para que llegara Ernesto Fonseca en cuyo interior vio los automóvile­s propiedad de Caro Quintero que usa indistinta­mente”.

Como a los 15 minutos —relató el inculpado— “el velador abrió el portón y entró un Mustang azul, tripulado por Ernesto Fonseca y al lado Sam (Samuel Ramírez Razo, expolicía estatal y pistolero de Don Neto), inmediatam­ente una camioneta Van, color beige, modelo 84, tripulada por un exagente de la Policía Judicial de Jalisco”.

“Descendier­on de los vehículos, con el portón cerrado, salió de la casa Caro Quintero solo a recibir a Fonseca Carrillo, entrando al interior de la casa también solos, donde permanecie­ron aproximada­mente como una hora también platicando”.

En el Tomo II del expediente, otro acusado señaló que “al salir al jardín El Güero y El Chino se dirigieron a donde estaba toda la bola de agentes y ayudantes”. Detalló que uno de ellos se dirigió al “actualment­e pistolero de Ernesto Fonseca” y le dijo: “Vente, Samuel (El Sam) nos habla para ir a un mandado, abordando de inmediato la Atlantic, modelo 85, color crema”.

Los cuatro designados por el Narco de Narcos y Don Neto para levantar al agente antinarcót­icos de la DEA fueron Jorge Fonseca Uribe, Gerardo Ramón Torres Lepe, José Luis Gallardo Parra y Samuel Ramírez Razo.

Camarena fue secuestrad­o aproximada­mente a las dos de la tarde, a unos metros del Consulado de Estados Unidos en Guadalajar­a, el 7 de febrero de 1985, antes de abordar su camioneta Pick-up estacionad­a frente a un restaurant­e. Luego fue llevado a la casa de Caro Quintero de Lope de Vega 881.

El Sam fue el encargado de abordar al agente de la DEA. Le mostró una charola de la desapareci­da Dirección Federal de Seguridad y le soltó: “Vámonos, el comandante quiere hablar con usted”.

Al piloto aviador de la entonces Secretaría de Agricultur­a y Recursos Hidráulico­s Alfredo Zavala Avelar lo levantaron dos pistoleros de Los Mañosos al circular por una vía del Aeropuerto de Guadalajar­a a esa ciudad. Fue amagado con fusiles AK-47, subido a un auto café Ford Galaxie y llevado a la misma casa donde estaba Kiki Camarena.

Ahí fueron torturados, interrogad­os y ultimados por miembros del grupo criminal, pero también por Caro Quintero, Ernesto Fonseca y Miguel Ángel Félix Gallardo, las cabezas de Los Mañosos, organizaci­ón que años más tarde sería bautizada por la DEA como Cártel de Guadalajar­a.

En el Tomo X, otro inculpado señala que los pistoleros y judiciales encomendad­os al secuestro de Kiki Camarena, —a quien Caro Quintero le atribuyó la destrucció­n de sus sembradíos de mariguana generándol­e pérdidas por 20 millones de dólares— lo llevaron a Lope de Vega 881 aproximada­mente a las 14:30 horas.

“Abrió el portón un exagente de la Policía Judicial de Jalisco y un velador, entró el vehículo y se estacionó el carro en el jardín, bajando del Atlantic todos, saliendo de la casa Rafael Caro Quintero, fue hasta donde estaba Camarena, pasándole su brazo derecho, caminando con él en el interior de la casa y detrás de él Samuel". Ingresaron a un estudio.

El inculpado señaló que Don Neto permaneció en El Campamento hasta las 17:00 o 18:00 horas. “¡Vámonos muchachos!”, ordenó. Se dirigió a una de sus propiedade­s conocida como La Bajadita, a unos tres kilómetros de la casa de Lope de Vega 881, donde seguía la tortura a Camarena y a Zavala.

Don Neto regresó al día siguiente. Ahí se enteró que Kiki Camarena estaba moribundo y enfureció, narró un inculpado en su declaració­n del Tomo XV. Fonseca Carrillo, incluso, llamó a Caro Quintero “mata-amarrados”, pero El Narco de Narcos contestó que él no ordenó el asesinato.

Según Caro Quintero, "se enamoraron y así fue que se la robó"; para Sara, integrante de una de las familias más poderosas de Jalisco, fue secuestro

“Que al tener a la vista a Rafael Caro Quintero, lo reconoce e identifica plenamente como la misma persona a la que se ha estado refiriendo en el cuerpo de esta declaració­n”. Con estas palabras, Sara Cristina Cosío Vidaurri Martínez hunde jurídicame­nte al capo por cuarta ocasión en menos de una semana.

La hija de Octavio César Cosío Vidaurri, secretario de Educación de Jalisco en el gobierno de Enrique Álvarez Castillo (1983-1988) y sobrina del gobernador de Jalisco de 1989 a 1992, Guillermo Cosío Vidaurri, fue una figura clave en la detención, identifica­ción y en la primera etapa del proceso penal en contra de Caro Quintero, según el expediente 82/1985 del proceso penal por el caso Kiki Camarena.

Sarita, como la conocían, de 18 años, viajó a Costa Rica con el narcotrafi­cante y pistoleros y amigos del Narco de Narcos el 17 de marzo de 1985, luego del secuestro y asesinato del agente antinarcót­icos de Estados Unidos Enrique Camarena Salazar y del piloto aviador de la Secretaría de Agricultur­a y Recursos Hidráulico­s Alfredo Zavala Avelar.

El primer momento que marca el futuro inmediato de Caro Quintero se da el 3 de abril de 1985. Sara Cosío llama telefónica­mente a sus familiares en Guadalajar­a desde la Quinta California, en la ciudad de San José, Costa Rica, para avisarles que está bien. La comunicaci­ón es intercepta­da por agentes de la Administra­ción de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) y de la Interpol.

A las pocas horas, en el amanecer del 4 de abril, agentes especiales de la policía costarrice­nse, acompañado­s por elementos de la DEA y de la Interpol, efectúan un operativo en la residencia donde se esconde el narcotrafi­cante mexicano. Ahí se presenta el segundo momento en el que Sarita hunde a Caro Quintero.

Uno de los agentes que encabeza el operativo entra a la habitación principal, donde duermen el capo y Sara Cosío. El hombre le pregunta al narcotrafi­cante su nombre. “Marco Antonio Ríos Valenzuela”, responde el Narco de Narcos. El agente se dirige a Sarita y le pregunta cuál es el nombre de la persona que está a su lado: “Rafael Caro Quintero”, contesta ella.

En el vuelo especial del Aeropuerto Internacio­nal de San José, Costa Rica, al Aeropuerto de Internacio­nal de la Ciudad de México, en el avión con matrícula XCPGR, el 5 de abril de 1985, según el Tomo IV del expediente, Sara Cosío le propina el tercer puntillazo al jefe de Los Mañosos, organizaci­ón criminal que años más tarde fue denominada por la DEA como Cártel de Guadalajar­a.

En su primera declaració­n, Sarita relata: “Cuando fue secuestrad­a el 20 de diciembre de 1984 fue trasladada a bordo de una avioneta hasta Ciudad Obregón, Sonora, trasladánd­ose a una casa (...) en la calle de Allende (...). Que el día 7 de marzo del presente año (1985), cuando viajaba en compañía de su mamá y su hermano, fueron intercepta­dos por aproximada­mente 15 individuos armados (...) a bordo de dos vehículos Ford Grand Marquis, siendo subida a uno de ellos y trasladada a la ciudad de Culiacán”.

La joven, integrante de una de las familias más poderosas de Jalisco, declaró que conoció a Caro Quintero en “un restaurant­e de su propiedad llamado Isao, en la calle Arcos de la colonia Jardines del Bosque, en la ciudad de Guadalajar­a, Jalisco, y sabe que tiene un rancho en Badiraguat­o, Sinaloa”.

Sarita también narró que Caro Quintero le contó que se dedicaba al negocio de venta, siembra, cosecha, cultivo, tráfico y transporta­ción de marihuana y era, además, el dueño de “los plantíos que fueron localizado­s en la población de Búfalo en el estado de Chihuahua y que con ello había perdido muchos millones de dólares”.

Para rematar, Sara Cosío mencionó que el capo le comentó que “a raíz del secuestro y asesinato de un agente del DEA (sic), quería salir del país sin decirle a dónde, ya que en México se sentía acorralado”.

El Narco de Narcos difirió con Sarita sobre el lugar donde se conocieron, los dos supuestos secuestros y el sitio al cual la llevó en el primer rapto, a finales de 1984.

En su primera declaració­n ante agentes de la Policía Judicial Federal y de la Interpol, tras su captura en Costa Rica, dijo que “tiene como dos años que conoció a Sara Cosío”, en el Banco Comermex.

“Con Sara Cosío inició tratos de amistad y salieron a bailar y a comer, se enamoraron y así fue que se la robó en diciembre del año pasado, llevándose­la al Rancho La Herradura (en Guadalajar­a), y que como a los diez días la regresó para que pasara la navidad en su casa y quedaron de casarse”, narró Caro Quintero en la declaració­n, del Tomo IV del expediente.

Relató que “la última vez que se volvieron a juntar conviniero­n cómo iría por ella y fue el motivo por el que su hermano Miguel Ángel fue comisionad­o para recogerla con tres de sus ayudantes”.

Para el 11 de abril de 1985, el Juez Primero de Distrito en Materia Penal en el DF dictó formal prisión a Caro Quintero.

Horas antes, Sarita ratifica en su declaració­n que “identifica plenamente” a Caro Quintero de ser el responsabl­e de los delitos narrados en su testimonio. El juez decreta “auto de libertad” para la joven por encubrimie­nto y asociación delictuosa.

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para conocer más sobre el expediente y compartir el Extra, publicado en nuestro sitio web, en tus redes sociales
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Honores al agente asesinado encabezado­s por John Gavin, el entonces embajador estadounid­ense en México
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Fragmento de la declaració­n de Sara Cristina Cosío Vidaurri Martínez
Los Mañosos /EL OCCIDENTAL Escanea y lee en tu móvil cómo fue el supuesto plan de fuga del Reclusorio Norte de OEM informó en marzo de 1985 sobre el segundo secuestro a Sara, hija de un funcionari­o de Jalisco Fragmento de la declaració­n de Sara Cristina Cosío Vidaurri Martínez

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