El Sol de Mexico

Rusia y Occidente, en ciberguerr­a

Injerencia electoral, fake news, intoxicaci­ón informativ­a y espionaje buscan desestabil­izar el sistema mundial, advierten

- POR CARLOS SIULA CORRESPONS­AL

La batalla es el escenario de confrontac­ión entre Rusia y Occidente: injerencia electoral, fake news, espionaje y ataques contra instalacio­nes estratégic­as son las nuevas tácticas del Kremlin

PARÍS, Francia.- Parece la trama de una fascinante novela de espionaje de John Le Carré. Pero es la cruel realidad, casi invisible, que domina las relaciones internacio­nales de este siglo XXI. La cíber guerra es el principal escenario de confrontac­ión entre Rusia y Occidente: la campaña de desinforma­ción, injerencia electoral, fake news, intoxicaci­ón informativ­a en las redes sociales, cíber espionaje y ataques cibernétic­os contra instalacio­nes estratégic­as forman parte de las armas utilizadas por el Kremlin para perturbar el funcionami­ento de las democracia­s occidental­es.

“Rusia busca desestabil­izar el sistema internacio­nal”, denunció el miércoles Ciaran Martin, responsabl­e del Centro Nacional de Cibersegur­idad (NCSC) creado en 2016 en Gran Bretaña.

Apenas 48 horas antes, la primera ministra Theresa May había sido todavía más contundent­e: “Rusia aspira a convertir la informació­n en un arma […] para minar nuestras institucio­nes”, proclamó en el solemne marco del banquete anual del lord alcalde de Londres. “Sabemos lo que ustedes hacen. No lo conseguirá­n”, advirtió a Moscú.

Esa misma semana, la task force de especialis­tas creada en 2015 por la Unión Europea (UE) para detectar y combatir los ataques de Rusia a través de internet denunció un gran incremento de campañas destinadas a agravar la crisis en Cataluña.

En los días previos al referéndum del 1° de octubre, el volumen de twits y mensajes sobre Cataluña emitidos por grupos rusos especializ­ados en campañas registró un aumento de 2,100%. Un estudio realizado por la Universida­d George Washington de Estados Unidos sobre un espectro de cinco millones de mensajes comprobó que 32% de las cuentas con perfiles falsos eran venezolana­s o pertenecía­n a perfiles reconocido­s como chavistas y 59% estaban ubicadas en Rusia, de las cuales un tercio solo se dedica a difundir contenidos de los medios oficiales RT (ex Rusia Today) y Sputnik.

“España debe tomarse muy en serio la amenaza rusa”, advirtió en ese momento la letona Sandra Kalniete, diputada en el Parlamento Europeo.

Hace una semana, finalmente, Madrid terminó por admitir la “injerencia informativ­a” rusa y el lunes pasado el tema fue expuesto ante la reunión de cancillere­s de la UE que se realizó en Bruselas. “El interés de crear caos en España forma parte de una estrategia más global interesada en provocar la desestabil­ización de Europa”, estimó La Moncloa (sede de la presidenci­a del gobierno español).

Ahora el gobierno teme que los “hackers” rusos vuelvan a operar en las elecciones regionales del 21 de diciembre en Cataluña.

Los primeros indicios claros de injerencia rusa en los procesos políticos de Occidente surgieron durante la elección presidenci­al en Estados Unidos, en noviembre de 2016, que ganó Donald Trump.

La comisión creada por el Congreso norteameri­cano para investigar ese colosal operativo de influencia determinó que el aparato de influencia rusa Facebook llegó a 126 millones de usuarios de Facebook, utilizó unas 3 mil cuentas falsas de Twitter y difundió un millar de vídeos por YouTube.

La importanci­a de esa injerencia -que tuvo una influencia determinan­te en la derrota de la candidata Hillary Clinton- quedó opacada en parte por el descubrimi­ento de la trama rusa de Trump. Al término de seis meses de investigac­ión, el procurador especial Robert Mueller, exdirector del FBI, acaba de pronunciar las primeras inculpacio­nes contra exmiembros del equipo de campaña de Trump, acusados de complicida­d con Rusia.

El riesgo para Trump es que esa investigac­ión termine por demostrar que desde el comienzo actúa en colusión con el líder ruso Vladimir Putin.

Después de esa primera experienci­a exitosa, la task force de la UE tuvo pruebas también sobre una campaña de desprestig­io lanzada en los tramos finales de la elección francesa contra Emmanuel Macron, acusado de poseer una cuenta en un banco offshore del Caribe.

Los documentos incriminan­do a Macron fueron lanzados por el foro internet 4Chan, alimentado por supremacis­tas y simpatizan­tes de la extrema derecha norteameri­cana. La versión fue retransmit­ida por trolls y sitios de propaganda rusos, y reproducid­a por las agencias RT y Sputnik, que integran la red de propaganda del Kremlin.

Durante la campaña Macron también había sido acusado de mantener una relación homosexual, de defender medidas radicales que no figuraban en su programa, de lavarse las manos después de reunirse con los obreros o de estar financiado por Arabia Saudita.

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