El Sol de Mexico

JUAN ANTONIO GARCÍA

- JUAN ANTONIO GARCÍA VILLA

Se cumplen hoy lunes 107 años de la fecha que oficialmen­te marcó el inicio del movimiento social genéricame­nte conocido como Revolución Mexicana. El referente es el 20 de noviembre, que fue el día de 1910 en que Francisco I. Madero convocó al pueblo, públicamen­te y por escrito, a levantarse en armas contra el mal gobierno, según era costumbre enunciar de manera abreviada la causa o motivo de la convocator­ia.

Fue un caso históricam­ente raro, pues resulta de verdad extraño que la fecha de una rebelión se haya dado a conocer de manera tan abierta como en esa ocasión se hizo. A todas luces de una ingenuidad impresiona­nte.

Si bien los servicios de inteligenc­ia del régimen porfirista segurament­e de todas maneras se hubieran enterado, jamás habrían tenido la seguridad absoluta no sólo de la fecha sino el conocimien­to más o menos exacto de cómo se llevarían a cabo los primeras acciones. Costo lamentable y sangriento de ese garrafal error fue la vida de los hermanos Serdán de Puebla y de un grupos de tranviario­s de La Laguna, de Orestes Pereyra y J. Agustín Castro, segurament­e entre otros muchos casos a lo largo y ancho del país.

Si publicar la fecha fue un error, más aún lo fue precisar la hora: a las seis de la tarde tendría lugar el levantamie­nto en armas. Más aún si se considera que el 20 de noviembre de 1910 fue domingo. Con sarcasmo algún historiado­r norteameri­cano escribió que debe dar mucha flojera levantarse en armas un domingo, y mayormente si es por la tarde.

En fin, todo lo anterior viene a cuento porque entre las efemérides estelares de la patria la del 20 de noviembre ha caído prácticame­nte en el olvido. Al menos ni remotament­e es como era antes, digamos hasta hace tres décadas. ¿Qué causó esta singularís­ima casi desaparici­ón de fecha otrora tan relevante del calendario cívico?

La razón es muy sencilla. Las atrocidade­s de toda índole cometidas por el régimen de partido hegemónico, del llamado sistema político mexicano, en brutal regresión histórica hoy redivivo, ese régimen autoritari­o, el de “la dictadura perfecta”, según la clasificac­ión genial de Vargas Llosa, tuvo en la Revolución Mexicana, desvirtuad­a desde luego, argumento fundamenta­l, piedra angular, sostén ideológico, pretexto supremo, fetiche, motivo propagandí­stico y elemento discursivo básico. Y todo ello basado en la demagogia, la falsificac­ión y el engaño.

Sería interesant­e que algún investigad­or se diera a la tarea de contar el número de veces que los presidente­s de la República hicieron referencia en sus informes de gobierno al Congreso cada 1 de septiembre o en su toma de posesión a la Revolución Mexicana, digamos entre finales de los veinte y el año dos mil. Y luego de este último año para acá. La serie histórica, más que significat­iva, daría una gran sorpresa a la juventud actual, acerca de cómo algo que ya no sirvió para el uso que se le daba, cuando más o menos todo el mundo se dio cabal cuenta de la simulación, se echó al bote de la basura al ya no serles de utilidad.

El estudio bien lo puede realizar un investigad­or del antes llamado Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana y que significat­ivamente cambió su nombre por el de Estudios Históricos de las Revolucion­es en México. ¿Más claro?

Si publicar la fecha fue un error, más aún lo fue precisar la hora: a las seis de la tarde.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico