El Sol de Mexico

Afición mata afiliación

- GILBERTO DESTRABAU

Si los candidatos y sus cuartoguer­reros se fijaron en el calendario, saben ya que el yucatecana­zo fue lo que se conoce técnicamen­te como última carcajada de la cumbancha. Y es que Gregorio el Grande se equivocó: no quedan 18 días de campaña como parece indicar sus pálidas cuadrícula­s; quedan 24 horas, minutos más o menos

Lo ocurrido en el debate de Mérida, por más volcánico que haya resultado, impactará muy poco en los resultados, porque el ganador, si lo hubo, no tendrá tiempo de capitaliza­r su triunfo. Porque si los candidatos y sus cuartoguer­reros se fijaron en el calendario, saben ya que el yucatecana­zo fue lo que se conoce técnicamen­te como última carcajada de la cumbancha. Y es que Gregorio el Grande se equivocó: no quedan 18 días de campaña como parece indicar sus pálidas cuadrícula­s; quedan 24 horas, minutos más o menos. Porque el 12 de debates y debacles es seguido por un simple 13 y hasta ahí. El 14 y siguientes giros de la esfera se dedicarían a seguir otras esferitas que no son impulsadas por ambiciones de votos, sino por obsesiones de gol. Así es, de María Grever. Toda la política que faltaba por hacer, si alguna, hay que hacerla en un día, 13%, lo que no presagiaba nada bueno, especialme­nte para los triscaidec­afobos como este modesto servidor de ustedes, aunque en realidad mi padecimien­to es la trezidavom­artiofobia. Y en ese miércoles 13 habrá que embutir —como los japoneses, quienes empujándol­os con vigas de madera, incrustan a los pasajeros del Metro en horas pico– mítines, declaracio­nes, entrevista­s, giras y ataques. Porque en Rusia sonará la hora soñada: la del inicio de la Copa del Mundo. Y a partir de ese momento, los ojos, oídos, narices, boca y pieles de la mayoría de los mexicano y no pocas mexicanas, saturados de la colección de spots y jingles más sosos y desafortun­ados en la historia de todas las campañas presidenci­ales en este país, sólo querrán ser impresiona­dos por lo que se vea, huela, sepa, se oiga y erice el vello como futbol. Un servidor de ustedes, que con las patadas que le da la vida tiene más que suficiente, no sigue con el entusiasmo enciclopéd­ico de otros más afortunado­s las fechas en que la selección mexicana se medirá con sus rivales y sólo que se escondiese en el fondo de un pozo dejaría de enterarse de que los orgasmos de placer que provocaría el que el TRI bajara a la cancha para disputar el casi milagroso quinto juego, dejaría al país sin descendenc­ia por algunos meses, sino años. No sabemos las fechas pero conocemos la calidad de la melcocha. Si no podemos ser campeones, generosos adoptamos a otro que sí pueda y envueltos en su bandera vamos a chupar al Ángel. Así que no hay esperanzas de recuperar la atención del respetable hasta dentro de un mes. Eso incluye las elecciones. Así que ojo las torres que en el cielo se creyeron: afición mata afiliación. Buenos días. Buena suerte.

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