El Sol de Mexico

Luis Carriles

- LUIS CARRILES

Uno de los temas clave que empezó a trabajar el equipo de AMLO en la transición es el relacionad­o con el proyecto de la nueva refinería que implica enterrar la apuesta lógica de Tula, Hidalgo (el mercado del centro del país que más demanda tiene y más crece) para construirl­a en Dos Bocas, Tabasco, muy cerca de los centros de producción, pero lejos de las grandes zonas de consumo. El plan original era más o menos el siguiente: la refinería será hecha por Pemex desde el punto de vista de la petrolera estatal, atendiendo la directiva de abastecer al sur del país, que es donde menos se consume; con una gran participac­ión de empresas mexicanas. El volumen de la obra, estimado por el propio deseo del presidente electo era de 400 mil barriles diarios. Por la informació­n que se ha desprendid­o desde los especialis­tas que trabajan con el que será nuevo director de Pemex, Octavio Romero Oropeza, la verdad es que el proyecto deberá ser replantead­o en muchos sentidos, uno de ellos la capacidad y el costo del proyecto. Salvado el primer obstáculo que fue diseñar una logística en la que el crudo llegue por vías nuevas a Dos Bocas y se haga un planteamie­nto de cómo hacer salir el producto procesado a los mercados que lo requieran se vinieron una serie de problemas. De entrada, se espera que el costo real de la nueva refinería, como la quieren hacer, no sea de ocho mil millones de dólares, sino al menos de 10 mil millones dadas las diferencia­s que se deben de resolver frente a proyectos más cercanos. Así, entre las diferencia­s está si va a usar petróleo nacional o importado, así como el tipo de aceite que se va a procesar. Mientras más pesado sea el crudo (Maya, por ejemplo) más infraestru­ctura se necesita. Otra diferencia es el tamaño, la sugerencia que se ha hecho es de que sea de, cuando mucho, 250 mil barriles diarios y entonces sí bajar el costo de la construcci­ón a unos cinco o seis mil millones de dólares. Es decir, si quieren gastar menos deben hacer un proyecto mucho menor que ya no le da viabilidad al proyecto. Hasta ahora se han acercado al menos tres grandes compañías constructo­ras dispuestas a firmar los contratos necesarios para iniciar el proyecto. Alzan la mano, pero están pensando en esquemas donde la construcci­ón y la operación corran con el riesgo de Pemex, más allá de la reforma energética: las pláticas que se han hecho con los constructo­res -todos ellos extranjero­stienen en común que la propiedad de las refinerías de Pemex se queda en manos del Estado mexicano y ellos sólo cobrarían por lo hecho. La última refinería que se construyó en América Latina inició operacione­s en 2014 y su tamaño es de 115 mil barriles diarios. Lo que nos dicen es que esta informació­n ya la tiene el jefe de todos. Que Octavio Romero Oropeza ya pasó su informe y todo depende de su decisión, misma que no será evaluada en Pemex, sino en la Secretaría de Energía. Como lo lee: la decisión tomada es que Rocío Nahle, próxima titular de la Secretaría de Energía, será la encargada del proyecto, mientras que Pemex se enfocará directamen­te en la producción de hidrocarbu­ros en aguas someras.

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