¿Hasta qué
punto es la redacción de una constitución moral una necedad y no una prioridad? Planteo dos reflexiones en torno a esta pregunta tomando en cuenta que el Plan Nacional de Paz y Seguridad (PNPS) 20182024 establece que es necesaria una regeneración ética de la sociedad y, por ende, establece como línea de acción redactar este texto a la brevedad.
La lectura de quienes escribieron esa sección del plan proviene de una postura clara que le achaca al modelo económico neoliberal el cambio de valores hacia el individualismo, el consumismo y la competencia y por lo tanto, a la búsqueda exclusiva de satisfactores materiales y del éxito personal en detrimento de la convivencia gregaria y el bien común.
Para el nuevo gobierno, esto ha fomentado el estallido de violencia y criminalidad que se observa hoy en el país. En este sentido, se considera necesario redactar una constitución moral y guiar con el ejemplo. A este tema se le destinan cinco párrafos e incluso se articula un eje (el documento agrupa las acciones en ocho ejes) entero dentro del PNPS.
En este documento, ¿cuántas menciones de las personas desaparecidas hay? Una. Y no es la más oportuna o deseable. De ellos, se dice que se hará lo “humanamente posible” para encontrarlos. ¿Faltaba decirlo? ¿No es un tanto indolente afirmarlo? ¿No debería el plan incluir como un eje exclusivo acciones relativas a la desaparición de personas y su búsqueda?
Tampoco hacía falta quebrarse mucho la cabeza para proponer acciones tangibles en este respecto. Ya existen esfuerzos institucionales muy significativos que abarcan desde la redacción y promulgación de la
sus esfuerzos y comenzar todo desde cero constituye una decisión equivocada que obedece más a una visión de corto plazo. Bajo esta perspectiva, cito a la abuela recién fallecida de una muy buena amiga mía: “las cosas no se hacen ahí como se pueda, se hacen como se deben”.
En segundo lugar, el fenómeno de las desapariciones forzadas e involuntarias se ha caracterizado por una indiferencia rotunda de diversos actores sociales y políticos. Cuando se comenta en los círculos de conocidos y está presente alguien del extranjero, siempre se sorprenden cuando escuchan la cifra de personas desaparecidas, fosas clandestinas, restos óseos; y me preguntan, ¿por qué el país no se paraliza ante estos sucesos? No sé qué responder. ¿Es el cambio de valores aducido por el nuevo gobierno el único responsable de esto? ¿O es la indolencia de siempre?
La regeneración ética de la sociedad planteada en el PNPS también supone llevar a cabo un ejercicio de reflexión sobre el actuar colectivo ante los desaparecidos. Esta regeneración tendría que volverse costosa para quien muestre expresiones de indolencia ante esta problemática. A final de cuentas, hay pocas acciones más solidarias, comunitarias y no egoístas que tomar el dolor de los otros como propio.
Si es cierto que el cambio de valores ha influido en la indiferencia casi generalizada ante este y otros fenómenos, entonces cada uno de nosotros tiene una pequeña o gran responsabilidad. Quienes van a ocupar los cargos en la nueva administración federal tienen una responsabilidad mucho mayor. Una primera muestra de que están conscientes de ello debería comenzar reconociéndolo en el plan nacional, comprometiéndose con líneas de acción tangibles de tal suerte que se aprecie como un tema prioritario en la agenda y no como algo mencionado tangencialmente.