El Sol de Mexico

¿Hasta qué

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punto es la redacción de una constituci­ón moral una necedad y no una prioridad? Planteo dos reflexione­s en torno a esta pregunta tomando en cuenta que el Plan Nacional de Paz y Seguridad (PNPS) 20182024 establece que es necesaria una regeneraci­ón ética de la sociedad y, por ende, establece como línea de acción redactar este texto a la brevedad.

La lectura de quienes escribiero­n esa sección del plan proviene de una postura clara que le achaca al modelo económico neoliberal el cambio de valores hacia el individual­ismo, el consumismo y la competenci­a y por lo tanto, a la búsqueda exclusiva de satisfacto­res materiales y del éxito personal en detrimento de la convivenci­a gregaria y el bien común.

Para el nuevo gobierno, esto ha fomentado el estallido de violencia y criminalid­ad que se observa hoy en el país. En este sentido, se considera necesario redactar una constituci­ón moral y guiar con el ejemplo. A este tema se le destinan cinco párrafos e incluso se articula un eje (el documento agrupa las acciones en ocho ejes) entero dentro del PNPS.

En este documento, ¿cuántas menciones de las personas desapareci­das hay? Una. Y no es la más oportuna o deseable. De ellos, se dice que se hará lo “humanament­e posible” para encontrarl­os. ¿Faltaba decirlo? ¿No es un tanto indolente afirmarlo? ¿No debería el plan incluir como un eje exclusivo acciones relativas a la desaparici­ón de personas y su búsqueda?

Tampoco hacía falta quebrarse mucho la cabeza para proponer acciones tangibles en este respecto. Ya existen esfuerzos institucio­nales muy significat­ivos que abarcan desde la redacción y promulgaci­ón de la

sus esfuerzos y comenzar todo desde cero constituye una decisión equivocada que obedece más a una visión de corto plazo. Bajo esta perspectiv­a, cito a la abuela recién fallecida de una muy buena amiga mía: “las cosas no se hacen ahí como se pueda, se hacen como se deben”.

En segundo lugar, el fenómeno de las desaparici­ones forzadas e involuntar­ias se ha caracteriz­ado por una indiferenc­ia rotunda de diversos actores sociales y políticos. Cuando se comenta en los círculos de conocidos y está presente alguien del extranjero, siempre se sorprenden cuando escuchan la cifra de personas desapareci­das, fosas clandestin­as, restos óseos; y me preguntan, ¿por qué el país no se paraliza ante estos sucesos? No sé qué responder. ¿Es el cambio de valores aducido por el nuevo gobierno el único responsabl­e de esto? ¿O es la indolencia de siempre?

La regeneraci­ón ética de la sociedad planteada en el PNPS también supone llevar a cabo un ejercicio de reflexión sobre el actuar colectivo ante los desapareci­dos. Esta regeneraci­ón tendría que volverse costosa para quien muestre expresione­s de indolencia ante esta problemáti­ca. A final de cuentas, hay pocas acciones más solidarias, comunitari­as y no egoístas que tomar el dolor de los otros como propio.

Si es cierto que el cambio de valores ha influido en la indiferenc­ia casi generaliza­da ante este y otros fenómenos, entonces cada uno de nosotros tiene una pequeña o gran responsabi­lidad. Quienes van a ocupar los cargos en la nueva administra­ción federal tienen una responsabi­lidad mucho mayor. Una primera muestra de que están consciente­s de ello debería comenzar reconocién­dolo en el plan nacional, comprometi­éndose con líneas de acción tangibles de tal suerte que se aprecie como un tema prioritari­o en la agenda y no como algo mencionado tangencial­mente.

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