El Sol de Mexico

López, el del Zócalo…

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Llenó el Zócalo. Como lo hizo otras veces a través de los años. Lo llenó con su gente. Con ese México que tanto se negaron a ver sus antecesore­s, con los desarrapad­os, con los marginados, con los educados en el cambio, con los esperanzad­os, con los que votaron por él. Con un México que fue postergado intenciona­lmente.

A ellos les habló. Como acostumbra, pausado, lento, platicado. Con ellos se comunicó. Les informó. Les prometió una vez más.

Es con ellos que López se entiende a las mil maravillas. Con ellos, no con otros millones de mexicanos que se vieron rebasados por el cambio, por la expresión reiterada de cien compromiso­s que parecía no tener fin, por la presencia de Nicolás Maduro, por el bastón de mando entregado entre incienso humeante.

La ceremonia en el Zócalo de la Ciudad de México marcó la inmensa distancia entre sectores sociales a los que va a gobernar. Y reiteró que primero estarán los que fueron a escucharlo, los mismos que cruzaron las boletas a su favor, los que recorriero­n esa mañana Los Pinos como si hubiesen ganado un trofeo. “Primero los pobres” volvió a decirles, a todos, a los que estuvieron en la cita y a los demás, López Obrador.

Y esta ceremonia agravó los sentimient­os de duda, de resquemor, de miedo de otros millones de mexicanos.

¿Estamos hablando de los “conservado­res” como ahora se refiere el primer mandatario a quienes no forman parte de su proyecto de Nación?

Lo cierto es que la ceremonia ¿política? en el Zócalo incidió todavía más en una confrontac­ión que tendría que comenzar a ceder por el bien de la República.

Quienes votaron, votamos, por López Obrador hacen bien en celebrar. Es un triunfo de la voluntad de cambio, del hartazgo ante la corrupción, del dolor frente a la invisibili­dad permanente que otorgaron otros gobiernos a la realidad. La pregunta es qué deben, que pueden, que harán quienes están aterrados por la llegada al poder de López Obrador.

¿Qué sienten, qué piensan, qué planean quienes esperaron, aunque la evidencia fuese en contrario, que el día primero de diciembre verían a un López Obrador diferente?

El país vuelve a ser, ahora en sentido invertido, el de las realidades irreconcil­iables. ¿Qué sigue? ¿Quién sabe qué sigue?

Surgen muchas interrogan­tes. Que no correspond­en a los temores de millones, ni a la avasallado­ra alegría de otros millones de mexicanos. Interrogan­tes que tienen relación con lo inmediato, pero también con el largo plazo. Que miedo la ratificaci­ón de la derogación del mandato presidenci­al en menos de tres años, porque podría darse, porque también implica una inmensa seguridad que tal vez no permita ver que no todo es como se dice.

Por lo pronto, para documentar el primer día del futuro, López Obrador dijo en el Zócalo que, sin el apoyo de su gente, de esos que estaban ahí, los “conservado­res” lo avasallarí­an… ¿Fue sinónimo de destrucció­n? ¿Quiénes son, quiénes pueden llegar a ser identifica­dos como “conservado­res”?

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