Macron pide diálogo a los líderes de los chalecos amarillos tras los disturbios del sábado; recorre el centro de París
PARÍS, Francia. Francia vivió ayer horas de desconcierto al descubrir la magnitud de la violencia provocada el sábado en París y en el resto del país por grupos de vándalos que infiltraron las manifestaciones de los
y dejaron una estela de caos, desolación, destrucción y pérdidas que ascienden a centenares de millones de euros.
A primera hora de la mañana, antes de que comenzaran a trabajar los servicios encargados de reparar los daños, algunos sectores de la capital presentaban el aspecto de una ciudad bombardeada: centenares de carcasas de vehículos incendiados, vitrinas de bancos pulverizadas y negocios de lujo desvalijados eran ayer por la mañana mudos testigos de 12 horas de guerrilla urbana, durante las cuales las fuerzas del orden resultaron totalmente desbordadas. Lo mismo ocurría en el centro de varias ciudades del interior.
Este escenario llevó al presidente Emmanuel Macron a organizar una reunión de crisis en el Palacio del Elíseo tras su regreso de Buenos Aires, donde había asistido a la cumbre del G20.
El jefe del Estado pidió a su primer ministro, Edouard Philippe, que recibiera esta semana a representantes de los
y los jefes de los partidos políticos representados en el Parlamento. La tarea no será fácil debido a la ausencia de portavoces del movimiento. El gobierno desechó por el momento la posibilidad de restablecer el estado de emergencia, aplicado durante el periodo de atentados islamistas.
Poco antes de la reunión en el Elíseo, el jefe del Estado visitó el Arco del Triunfo y recorrió a pie la avenida Kléber, donde fue recibido con una mezcla de silbatina y aplausos. Esos dos sitios emblemáticos de París fueron escenario de los enfrentamientos más violentos.
Numerosos líderes políticos criticaron la incompetencia del gobierno para manejar la espiral de violencia que conoce el país desde hace tres semanas.
Las imágenes de televisión, analizadas por expertos, muestran que la violencia fue protagonizada por grupos que actuaron en forma coordinada y con extremada precisión. Esas imágenes de violencia incontrolada no sólo provocaron la reprobación de todos los franceses, también llevaron a la mayoría de los a condenarlas públicamente.