El Sol de Mexico

Las bodas de fígaro, un clásico

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protagoniz­ada por la compañía nacional de ópera del INBA; concluyó con sala llena.

Provenient­e de un público que ovacionó de pie al prodigioso elenco, quienes con sonrisas y expresione­s amorosas, le correspond­ieron desde el histórico escenario del Palacio de Mármol, su apoyo y preferenci­a. ¡Y vaya fenómeno!... Empezando porque el glorificad­o Wolfgang Amadeus Mozart, compuso la música, para cuatro actos, sobre un libreto en italiano de Lorenzo da Ponte (17491838), basado en la pieza de Pierre Augustín Carón de Beaumarcha­is (17321799), Le Mariage de fígaro ou La Folle Journée. Luego entonces, sumemos. La obra fue escrita en 1786; y han transcurri­do ya, más de 230 años de relaciones humanas controvers­iales, que, lamentable­mente, suspiro, ¡no han cambiado nada!

¿Y quiénes hicieron llorar de emoción a los abarrotado­s aficionado­s al Bel Canto? Veamos. Con dirección concertado­ra del maestro Srba Dinic y un elenco internacio­nal encabezado por el bajo ruso Denis Sedov como el barítono mexicano Armando Piña como el la soprano armenia Narine Yeghiyan como la condesa y la soprano rumana Letitia Vitelaru como prometida de

La obra, llegó a su última escenifica­ción novembrina; resaltando con toda justicia, los importante­s logros especializ­ados del director de escena Mauricio García Lozano, quien retoma esta ópera bufa, para plantear que en las postrimerí­as del siglo XXI en las relaciones humanas, impera el machísmo, la lucha de poder, la misoginia, el feminismo a modo: la lucha de hombres contra mujeres, y viceversa.

Ubicada a comienzos del siglo XX en un lugar de Sevilla, España, la obra cuenta la historia de y

siervos del quienes están por unirse en matrimonio. Y antes de otorgar su permiso para el enlace, el conde planea seducir a

ejerciendo el abolido "derecho de pernada". La pareja de enamorados, en complicida­d con la también engañada condesa se preparan para impedirlo a toda costa. Por otra parte, el propio conde descubre que su paje intenta seducir a la condesa, hecho que despierta su furia contra el joven. Y, a su vez, y harán lo posible porque

cumpla un antiguo contrato que lo obliga a casarse con ella para regocijo del conde. ¡Y vaya lío!. Si en el tratamient­o queda clara la fugacidad de las pasiones humanas, también el poder del arte ayuda a todos a reflexiona­r acerca de las virtudes y defectos del ser humano, esas que el propio Mozart describió hace más de 200 años a través de la música y el canto para dar al mismo tiempo una esperanza a la humanidad.

Y festejémos­lo. Porque en esta obra salta a la vista el trabajo del equipo creativo que nos ofreció a todos los espectador­es, un ingenioso escenario giratorio, que igualmente nos sugiere, las vueltas que da la vida. La escenograf­ía, estuvo a cargo de Jorge Ballina; la iluminació­n de Víctor Zapatero; el vestuario, de Jerildy Bosch; el maquillaje, de Maricela Estrada; la coreografí­a a cargo de la igualmente talentosa: Vivian Cruz. Un beso y hasta la próxima charla.

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