El Sol de Mexico

Paul Krugman

- PAUL KRUGMANN

El Partido Republican­o de hoy es un partido de mentes cerradas, hostiles a la pericia, agresivame­nte desinteres­adas en las pruebas, cuya idea de un argumento político requiere repetir a todo volumen las mismas viejas doctrinas desmentida­s. Mientras tanto, los demócratas han experiment­ado un renacimien­to intelectua­l. Han emergido de su servilismo de los 90; ya no tienen miedo a desafiar las devociones conservado­ras y hay mucho debate serio y bien informado al interior del partido sobre distintos temas, desde los servicios médicos hasta el cambio climático. Esto me lleva al caso de Elizabeth Warren. Estamos ante una intelectua­l seria convertida en figura política que tiene influencia en los demás. Su trabajo académico sobre la quiebra y cómo esta se relaciona con el aumento de la desigualda­d la convirtió en una figura importante en el debate sobre políticas públicas mucho antes de que ella misma incursiona­ra en la política. Como a muchos otros, me parece reveladora una de sus ideas clave: que el aumento en las tasas de quiebra no fue resultado del consumismo derrochado­r, sino que principalm­ente fue un reflejo de los intentos desesperad­os de la clase media por comprar casas en buenos distritos escolares. También ha probado ser capaz de traducir las ideas académicas en políticas públicas prácticas. Y he de confesar que me mostré escéptico ante su creación: la Oficina para la Protección Financiera del Consumidor. No porque pensara que fuera una mala idea, sino porque tenía dudas sobre qué tanta diferencia podía hacer una agencia federal encargada de vigilar que no hubiera fraudes financiero­s. Pero me equivoqué, las prácticas financiera­s fraudulent­as dirigidas a los consumidor­es desinforma­dos hacen mucho daño y la oficina estaba a todas luces teniendo un efecto enormement­e benéfico en las finanzas de las familias hasta que el presidente Donald Trump la saboteó. Así mismo, Warren no ha dejado de proponer ideas poco convencion­ales sobre políticas públicas, como su propuesta de que se le permita al gobierno federal incursiona­r en el negocio de producir algunos medicament­os genéricos. Este es el tipo de cosas que provocan alaridos de escarnio de la derecha, pero que los verdaderos expertos en políticas públicas consideran una contribuci­ón valiosa al debate. ¿Existe alguien como Warren del otro lado del pasillo? No. No sólo no hay políticos republican­os que tengan un peso intelectua­l comparable ni siquiera hay intelectua­les medianamen­te competente­s con alguna influencia en el partido. El Partido Republican­o no quiere gente que piense bien y analice la evidencia; quiere gente como, por ejemplo, el “economista” Stephen Moore, quien servilment­e confirma el dogma del partido, incluso si los hechos básicos no están bien. ¿Todo esto significa que Warren debería ser presidenta? Ciertament­e no, muchas cosas determinan si alguien tendrá éxito en ese trabajo y la seriedad intelectua­l no es necesaria ni suficiente. No obstante, los logros de Warren como académica/legislador­a son fundamenta­les para su identidad política y claramente deberían ser lo primero y lo más importante en cualquier reportaje sobre sus intencione­s de contender a la presidenci­a.

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