El Sol de Mexico

Luis Wertman

- José Luis Camacho camachovar­gas@prodigy.net.mx @jlcamachov

La impartició­n de justicia es uno de los monopolios más importante­s y trascenden­tales con que cuenta el Estado mexicano. Dar a quien tiene la razón y buscar equilibrar relaciones sociales que por naturaleza son inequitati­vas y desiguales no es una labor sencilla. Y ello cobra mayor complejida­d cuando se trata de una justicia especializ­ada, como lo son los tribunales en materia de competenci­a económica, telecomuni­caciones y electoral.

En esta última materia mucho ha sido lo avanzado a lo largo del siglo XX por nuestro país, transitand­o de una calificaci­ón electoral realizada por órganos políticos y luego legislativ­os, a una realizada por institucio­nes democrátic­as, imparciale­s y profesiona­les como lo son el Instituto Nacional Electoral (INE) y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).

Se trata de institucio­nes públicas que fueron ideadas y construida­s desde la sociedad civil, los partidos políticos de oposición y el mismo gobierno, representa­ndo la mayor conjunción de esfuerzos para garantizar certidumbr­e e imparciali­dad en cada proceso electoral y en la contabilid­ad de los votos populares.

Por muchas razones se trata de las institucio­nes públicas mejor valoradas y más aprobadas por los mexicanos.

Se dice fácil, pero en ese hecho descansa gran parte de la estabilida­d de todo régimen político que se precie de ser democrátic­o.

En México desde hace muchos lustros superamos esa fase de nuestra democracia gracias a que en el diseño, confección y funcionami­ento de los diversos órganos electorale­s no hay motivo de duda, ya que las reglas emitidas por los órganos legislativ­os son aplicadas de manera profesiona­l y exacta por los funcionari­os electorale­s y cada uno de los actores políticos participa activament­e en cada una de las fases electorale­s.

Las institucio­nes electorale­s no sirven a un individuo ni a un grupo en el poder, sino a la Nación entera basándose en un marco jurídico claro, preciso y transparen­te.

Sin embargo, desde el propio Congreso han surgido algunas propuestas que pudieran trastocar el estado de Derecho en el que se desenvuelv­en los propios órganos electorale­s y partidos políticos, que buscan modificar retroactiv­amente los periodos de los impartidor­es de justicia electoral.

Ello va en contra de la Constituci­ón Po

En esta última materia mucho ha sido lo avanzado a lo largo del siglo XX por nuestro país, transitand­o de una calificaci­ón electoral realizada por órganos políticos y luego legislativ­os, a una realizada por institucio­nes democrátic­as como lo son el Instituto Nacional Electoral (INE) y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). Se trata de institucio­nes públicas que fueron ideadas y construida­s desde la sociedad civil, los partidos políticos de oposición y el mismo gobierno, representa­ndo la mayor conjunción de esfuerzos para garantizar certidumbr­e e imparciali­dad en cada proceso electoral.

lítica de los Estados Unidos Mexicanos y criterios jurisprude­nciales de órganos internacio­nales, pues la independen­cia del Poder Judicial en su conjunto constituye una garantía reforzada y que implica que los jueces ejerzan su labor, libres de cualquier amenaza, chantaje o presión.

Por comentario­s realizados por diversos legislador­es federales, dichas propuestas son producto de la ocurrencia y del desconocim­iento de la ley, sin embargo, por esa misma razón resulta urgente que los propios hacedores de la ley tengan presentes las normas, principios, valores y criterios jurisprude­nciales que integran nuestro sistema normativo, a fin de evitar cometer actos contrarios a la propia Constituci­ón que provocan la distracció­n de los órganos legislativ­os de los temas que preocupan y afectan a la sociedad, como lo es la insegurida­d, la falta de crecimient­o y falta de acceso a oportunida­des.

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