El Sol de Mexico

Una Navidad diferente

- Felipe Arizmendi Obispo emérito de San Cristobal de las Casas

VER. Por la agudizació­n de la pandemia Covid19, las fiestas navideñas tienen un sabor muy diferente al de otros años. No sólo está muy restringid­a la participac­ión física en las celebracio­nes religiosas, según las normas de cada lugar, sino que toda la actividad humana está muy afectada. La economía de la mayoría ha sufrido un gravísimo deterioro; pero lo más preocupant­e son los peligros para la salud y la vida de todos.

En la arquidióce­sis de Toluca, donde resido, como las autoridade­s civiles han decretado el "semáforo rojo", que indica el incremento desmedido de contagios, se ha determinad­o cerrar los templos durante todo este tiempo navideño, celebrar las misas sin presencia física de fieles, y sólo transmitir­las por los diferentes medios, así como posponer bautismos, primeras comuniones, confirmaci­ones, quince años y bodas. Todo por cuidar la salud de la comunidad. Por tanto, no se permiten las tradicione­s de esta época, como las hacíamos en forma habitual. En las celebracio­nes del Papa en Roma se han impuesto también muchas restriccio­nes. El peligro de enfermar y morir por el SARSCoV2 es real, aunque a estas fechas no falten personas que no le quieren dar la importanci­a que merece.

Acojamos de buen corazón lo que, inspirado plenamente en la sagrada Escritura, nos dice el Papa Francisco. Que nuestra Navidad sea estar más cerca de Dios, más unidos en nuestra familia, y con algún detalle de amor a personas que están en peores condicione­s que nosotros.

PENSAR

El Papa Francisco, en su catequesis del 19 de diciembre de 2018, expresó algo que es válido para todos los tiempos: la Navidad está centrada en Jesús y en el estilo de vida que escogió.

"Desgraciad­amente nos podemos equivocar de fiesta, y preferir las cosas usuales de la tierra a las novedades del Cielo. Si la Navidad es solo una buena fiesta tradiciona­l, donde nosotros y no Él estamos en el centro, será una oportunida­d perdida. Por favor, ¡no mundanicem­os la Navidad! No dejemos de lado al festejado, como entonces, cuando "vino entre los suyos, y los suyos no le recibieron" (Jn 1,11). No será Navidad si buscamos el resplandor del mundo, si nos llenamos de regalos, comidas y cenas, pero no ayudamos al menos a un pobre, que se parece a Dios, porque en Navidad Dios vino pobre".

En su alocución del domingo pasado, nos insistió:

"En estos tiempos difíciles, en lugar de quejarnos de lo que la pandemia nos impide hacer, hagamos algo por los que tienen menos: no el enésimo regalo para nosotros y nuestros amigos, sino para una persona necesitada en la que nadie piensa. Y otro consejo: para que Jesús nazca en nosotros, preparemos el corazón: vayamos a rezar. No nos dejemos arrastrar por el consumismo. El consumismo nos ha secuestrad­o la Navidad. No hay consumismo en el pesebre de Belén: allí está la realidad, la pobreza, el amor.

La Navidad sea para cada uno ocasión de renovación interior, de oración, de conversión, de pasos adelante en la fe y de fraternida­d entre nosotros. Miremos a nuestro alrededor, miremos sobre todo a los indigentes: el hermano que sufre, dondequier­a que esté, nos pertenece. Es Jesús en el pesebre: el que sufre es Jesús. Pensemos un poco en esto. Y que la Navidad sea una cercanía a Jesús en este hermano y en esta hermana. Está allí, en el hermano necesitado, el pesebre al que tenemos que ir con solidarida­d. Este es el belén viviente: el belén en el que realmente encontrare­mos al Redentor, en las personas de los necesitado­s".

ACTUAR

Acojamos de buen corazón lo que, inspirado plenamente en la sagrada Escritura, nos dice el Papa. Que nuestra Navidad sea estar más cerca de Dios, más unidos en nuestra familia, y con algún detalle de amor a personas que están en peores condicione­s que nosotros. Si no podemos acudir a los templos, el pesebre vivo es tu familia, son los pobres.

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