El Sol de Mexico

Ciencia y Tecnología en impulso de la democracia

- Yolanda de la Torre FB: YolandaDeL­aTorreV @yoladelato­rre

Tanto como personas, desde luego como empresas y ni qué decir, en calidad de países, el impulsar la ciencia y la tecnología, es parte esencial del progreso y eslabón insalvable en la evolución.

Pensando, por ejemplo, en términos precisamen­te evolutivos, los seres humanos nos despegamos del resto de las especies en cuando a desarrollo, por las capacidade­s de nuestro cerebro, algo que en la medida que progresamo­s, llevó a que expandiéra­mos nuestras capacidade­s con algo tan elemental y trascenden­te como el tener el dedo pulgar opuesto a los demás, lo que nos dio margen para plasmar en hechos muchas de las ideas que surgían del cerebro hace miles de años.

Fue así que antiguos grupos nómadas y civilizaci­ones posteriore­s gradualmen­te pudieron ir tallando piedras para hacer puntas de flechas y lanzas, al tiempo que tomaron forma las primeras ruedas y se pudieron frotar varas que generaron las fogatas que facilitaro­n que habitáramo­s en lugares inhóspitos, cocináramo­s alimentos y ahuyentára­mos a otras especies, potencialm­ente peligrosas.

Si desde nuestras etapas más esenciales, algo que todavía asumíamos que era ciencia y tecnología, pudo hacer tanto por nosotros y el progreso que fuimos alcanzando con el paso de años, siglos y milenios… ¿Cuánto más influye ahora?

Dando un salto verdaderam­ente cuántico en el tiempo, ahora vemos que las teorías modernas del crecimient­o y del desarrollo económico de las naciones, indica que la diferencia entre los pobres y los ricos, se explica en cuanto al gasto en ciencia, tecnología e innovación.

En tal contexto, vemos que la inversión en estos ramos y sus resultados más destacados, son propios de economías desarrolla­das y con altos ingresos, generando círculos virtuosos, hacia un progreso a gran escala, orientado hacia las necesidade­s y requerimie­ntos de esos países, que suelen estar desvincula­dos de aquellos que se encuentran en vías de desarrollo o con economías emergentes, con una alta necesidad de promover este tipo de inversione­s de forma permanente y con una evaluación integral de resultados. Aquí surge uno de los puntos que vinculan a la ciencia y tecnología con la democracia, ya que al invertir en estos rubros, para tener una medición precisa de los resultados proyectado­s y obtenidos, demanda obligatori­amente un ejercicio transparen­te de los recursos, a fin de que se sepa puntualmen­te cuánto y en qué se gastó.

La falta de transparen­cia en las inversione­s destinadas a ciencia y tecnología, termina por enturbiar el desarrollo de éstas, al igual que ocurre con otros sectores, y por tanto lleva a no conseguir los objetivos que se buscan.

Además, cuando hay baja inversión en materia de ciencia y tecnología, el progreso se acota, al no poder satisfacer necesidade­s básicas y llevando a una carencia del capital humano necesario para ofrecer este tipo de soluciones.

Es por ello que los países que sí invierten en ciencia y tecnología tienen un progreso en su población que los lleva a desarrolla­r "mente de obra", mientras que, en las naciones subdesarro­lladas, conservan el estatus de proveedore­s de materias primas que generan esencialme­nte "mano de obra".

Dando un salto verdaderam­ente cuántico en el tiempo, ahora vemos que las teorías modernas del crecimient­o y del desarrollo económico de las naciones, indica que la diferencia entre los pobres y los ricos, se explica en cuanto a lo que se destina al gasto en ciencia, tecnología e innovación.

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