EL AUDITOR AUDITADO
Si no lo sabe, querido lector, se lo informo: a los periodistas nos cae bien la Auditoría Superior de la Federación (ASF). Al contar de primera mano cómo es que el dinero público es gastado en México, sus informes sobre la Cuenta Pública son una mina de oro para notas, opiniones e investigaciones periodísticas.
"Hay que echarle montón a la Cuenta Pública", es una frase mil veces repetida en todas las redacciones decentes de este país cada año, en las que grupos de reporteros se coordinan para llevarle usted en el menor tiempo posible los highlights del trabajo de la ASF.
No por nada algunas de los eventos periodísticos más relevantes de los últimos años en el país han tenido como origen la Cuenta Pública de la ASF, como el caso Oceanografía, la Estela de Luz, la Línea 12 del Metro, la Estafa Maestra, las raterías multimillonarias de Javier Duarte en Veracruz o la red de corrupción de Odebrecht.
Nadie en México pone cada año de forma tan clara, pública y vasta información tan invaluable sobre las complejidades del gasto público como la ASF.
Ésta se ha convertido en un pilar de la rendición de cuentas en un país donde en pleno 2021 aún hay municipios en los que los Presupuestos de Egresos se publican en pdf's de copias fotostáticas, o en que secretarías de Estado aún se dan el lujo de reservar toda la información de sus labores argumentando "la seguridad nacional".
Por estas razones es que lo que ha sucedido en las últimas semanas con la ASF y su auditoría fallida a la cancelación del Aeropuerto de Texcoco es una auténtica desgracia.
Cuando la ASF informó que la cancelación del Aeropuerto había tenido costos para el erario de 332 mil millones de pesos nadie dudaba hasta ese entonces de la calidad del trabajo.
Pero para sorpresa de todos resulta que sí, que la ASF voló el balón del estadio. Argumentando "deficiencias metodológicas" reconoció que sobrestimó el costo y que siempre sí los "otros datos" del Presidente (un costo de 100 mil millones) van más con la realidad.
El problema es que ríos de tinta ya se habían escrito destacando la ineficiencia de este gobierno, el cual tomó como una ofensa personal todo este asunto como mostraron los eventos posteriores.
Las ramificaciones de esta triste historia son varias.
Avala el régimen morenista y sus legiones de aplaudidores que desestiman todas las informaciones que no confirman su pensamiento mágico sobre la que creen ha sido una gestión impoluta.
Da oxígeno a la teoría conspiracionista sobre un aparato oscuro al servicio del conservadurismo que busca a toda costa socavar a este gobierno.
Dinamita la confianza ciudadana y periodística en la ASF, pues si ya metió la pata en una auditoría tan importante como la de Texcoco pone en duda la asertividad de auditorías menores.
Envalentona al Presidente en su golpeteo diario a la prensa, quien no tardó en tildar de "conservadora" y "corrupta" a todo al que informó sobre las conclusiones de la Cuenta Pública.
Opaca las otras conclusiones a las que llegó la ASF durante la Cuenta Pública 2019 y para las cuales la 4T no tiene respuesta: 67 mil millones de pesos se gastaron con irregularidad durante el primer año de gobierno, una cantidad incluso superior a la vista en años en los que el PAN gobernó México.
Es así que este traspié de la ASF, azuzado por una retórica belicista del presidente, tiene implicaciones reales para el desarrollo democrático de México, el cual está severamente desgastado ante el autoritarismo gubernamental y la radicalización de la oposición que no encuentra respuesta efectiva al régimen.
No basta con volver a hacer el cálculo de Texcoco como se ha informado, si el titular de la ASF, David Colmenares, no encuentra entre estos hechos una razón para renunciar al menos deberá trazar una ruta clara para que esto no vuelva a suceder. Nos lo debe a todos.