Contra viento y marea
Contra viento
y marea se realizó la elección del 6 de junio. Pese al ataque frontal contra su autonomía, el INE organizó y computó con la mayor transparencia los resultados de la elección más grande de nuestra historia. El extraordinario desempeño de la autoridad electoral y la gran participación ciudadana anularon la intención de Morena de denunciar fraude, desconocer los resultados y movilizar brigadas de choque para tronar la elección.
Las brigadas morenistas de servidores de la nación (operadores electorales disfrazados de funcionarios públicos) estuvieron presentes en los barrios y comunidades más desfavorecidos “sugiriendo” que si votaban por la oposición perderían los recursos que les envían desde Palacio Nacional. Afortunadamente el chantaje no funcionó y en la ciudad de México, Morena recibió una contundente derrota.
Estuvieron presentes también las brigadas de la delincuencia organizada. Este proceso electoral va a pasar a la historia como el más violento del que tengamos memoria.
En este contexto, hay que reconocer que en la alianza Va por México logramos que Morena y aliados no tengan mayoría calificada. Aún así, se impusieron las artimañas en las contiendas estatales.
Adelanto reflexiones al respecto: a)
Los partidos PAN, PRI y PRD no pudieron resolver sus propias divisiones, en especial la articulación de sus acuerdos hacia los estados y municipios. b) Hubo gobernadores que se entendieron más con el enemigo de enfrente. c) No pudimos contrarrestar el uso electoral de los programas sociales. d) Nos faltó claridad y contundencia para anular el discurso del miedo y explicar nuestra propuesta basada en un enfoque de derechos humanos, reactivación económica, desarrollo sostenible, legalidad y reconstrucción del presupuesto de egresos.
Los partidos deben liberarse de sus élites y recuperar la cercanía con la sociedad civil. En la ciudad de México avanzamos gracias a candidaturas frescas, equipos con experiencia, cercanía con la gente y estructura electoral.
En lo que respecta al PRD, apunto dos cuestiones para iniciar el debate interno: en primer lugar la confianza del voto duro y la vigencia de nuestro registro. En segundo plano, debemos resolver ya, lo que siempre ha estado en debate: o somos un partido cuyo origen en su momento, nos ligó al nacionalismo revolucionario, o enfatizamos nuestra identidad como partido socialdemócrata, verde, con una agenda de izquierda verdadera sustentada en los derechos humanos y la igualdad sustantiva, que promueve el respeto irrestricto de la ley: donde quepamos todas y todos. A pensar lo que sigue.
Los partidos deben liberarse de sus élites y recuperar la cercanía con la sociedad. En la ciudad de México avanzamos gracias a candidaturas frescas, equipos con experiencia.