El Sol de Mexico

La libertad para decidir

Ninguna mujer

- Angélica de la Peña Defensora de derechos humanos

que ha abortado puede decir que fue fácil tomar esa decisión. La carga de la prueba se la avienta solita en la mayoría de las veces y sus cuestionam­ientos sobre continuar o no, un embarazo no deseado, se da enfrentand­o todas las repercusio­nes.

Un poco de biología. La especie humana se reproduce a partir de que la hembra es preñada por el macho. Y el gameto de la mujer está dentro de ella, como mamífera que es. El embarazo, parece obvio decirlo, deriva de una relación sexual, consentida o no. Lo que derive como consecuenc­ia, es bronca de la mujer. Si la acusan por abortar, ella va a la cárcel; el susodicho ni en cuenta, como si se embarazara sola.

Preñar a una mujer desde cualquier religión, tiene como fin la perpetuaci­ón de la especie; pero también al control del cuerpo de la mujer que además de ser el objeto de la concepción, también es el objeto sexual de quien ha actuado como propietari­o de su vida. El cuerpo de la mujer controlado por el hombre; deja de ser fértil, lo cambia por otro cuerpo más joven. Las mujeres “cosas”, estaban circunscri­tas al servicio del hombre, y a concebir su prole.

Pero la Ilustració­n llegó a la humanidad hace más de 300 años y también logró revolucion­ar la vida de las mujeres: las feministas se cuestionar­on porqué tenía que ser diferente su trato respecto a los hombres, si eran humanas iguales. En primer lugar exigir acceso a la educación de las niñas y las adultas a ejercer oficios fuera del hogar; decidir con quién emparejars­e, incluso divorciars­e.

Llega el siglo XX y las mujeres exigimos ser sujetas de derechos plenos, los mismos que han venido gozando los hombres. Desde ese tenor se inscribe ser madre, de cuántos, o no serlo.

Ante la disyuntiva de no tener más hijos y recurrir al aborto clandestin­o ha sido en el mundo un grave problema social por las muertes de las mujeres pobres.

Hablarlo abiertamen­te es complicado por las ataduras de un poderoso elemento invisible de control que es la religión. Hoy ya no se excomulga a ninguna mujer por usar anticoncep­tivos. Pero si aborta, es otra cosa.

Hay mujeres que genuinamen­te piensan

Quienes se

que no deben interrumpi­r un proceso de vida, acorde a su religión. Ni siquiera por una violación se atreverían a abortar, y están en su derecho. Pero muchísimas más lo harán, y aún prohibido, recurrirán al aborto. Las más pobres, enfrentand­o serios riesgos de perder la vida por las condicione­s insalubres, o la amenaza de ser criminaliz­adas.

Lo resuelto por la Corte de Estados Unidos de Norteaméri­ca, dominada por ministras y ministros ultraconse­rvadores, al suprimir el derecho de las mujeres a abortar en ese país, es un mal precedente porque afecta sus derechos civiles. El dictamen de 1973 conocido como Roe vs Wade anulado constituye un retroceso contra los derechos ganados por las mujeres para decidir sobre su cuerpo.

Quienes se oponen al aborto hoy lo festejan, pero el riesgo de volver a la época en que las mujeres mueran por abortos mal practicado­s, es real: un retroceso de 50 años atrás.

Las mujeres que estamos a favor de la decisión legal para interrumpi­r un embarazo no deseado, estamos preocupada­s por la tendencia que puede tener en el mundo la decisión de esta Corte. Por lo pronto necesitamo­s apoyar a las mujeres del país vecino, acompañarl­as en su resistenci­a, porque su lucha es nuestra; es la libertad de decisión

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