El último acto de Estado de una Reina
En los
L(4T), a tarea de estos tres sectores se reduce a obstaculizar las tareas gubernamentales. O, dicho de otro modo, impedir que cuajen las muy necesarias transformaciones por las que la ciudadanía votó mayoritariamente en los comicios de 2018.
Para combatir exitosamente a esos tres poderosos adversarios, López Obrador se ha valido del recurso de sus diarias conferencias de prensa matutinas, las muy célebres mañaneras.
En ellas, López Obrador se dirige directamente al pueblo para explicar las razones de su proceder y para desnudar las mentiras, las calumnias, las falsas noticias y los falaces argumentos con los que el conservadurismo combate inútilmente las políticas emanadas del gobierno de la 4T.
El más reciente caso de la confrontación entre obradorismo y conservadurismo se ha dado en el tema de la prisión preventiva oficiosa o automática (PPO). La 4T en favor de mantenerla vigente y la derecha procurando eliminarla.
El resultado de la batalla es ya por todos conocido: la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) determinó mantenerla vigente. De modo que el Presidente López Obrador obtuvo una nueva e importantísima victoria sobre los conservadores.
Y el factor decisivo, el que inclinó la balanza, fue sin duda el recurso de la mañanera. En varias de ellas, López Obrador explicó elocuente y detalladamente los beneficios para el pueblo de mantener vigente esa medida cautelar.
Y explicó asimismo que eliminarla sólo implicaría beneficiar a diversas categorías de peligrosos delincuentes, aunque la eliminación llevaba dedicatoria para los políticos corruptos hoy en prisión, como Juan Collado o Emilio Lozoya, encarcelados gracias precisamente a la existencia legal de la PPO, los cuales habrían de quedar libres de manera inmediata si la PPO era eliminada.
Con sus mañaneras López Obrador venció a los grandes poderes mediáticos y al sector más retardatario y corrupto del Poder Judicial. Con las mañaneras el Presidente ganó la batalla decisiva, es decir, la batalla de la opinión pública. Es obvio que la Suprema Corte no se atrevió a ponerse abierta y claramente en favor de la corrupción.
días recientes, terminó de concretarse la renuncia del que fuera primer ministro de la Gran Bretaña, Boris Johnson, lo que le llevó a abandonar la residencia oficial en el número 10 de Downing Street, quedando como nueva líder del Partido Conservador y por tanto, primera ministro británica, Liz Truss, quien confirmó su llegada al cargo al reunirse en la semana que termina con la soberana Isabel II, que al darle posesión a la nueva titular del Gobierno, llevó a cabo el que sería el último acto de Estado de una Reina.
desesperada batalla contra la Cuarta Transformación el conservadurismo, incapaz de recuperar el poder presidencial, se ha atrincherado en tres sectores en los que aún mantiene poder, influencia y recursos económicos: los medios de comunicación, los organismos autónomos y el Poder Judicial.
Esto fue así, porque apenas un par de días después, el jueves 8 de septiembre, su majestad, Isabel II, tras el reinado más prolongado de la corona británica, con 70 años y teniendo ya 96 de edad, perdió la vida, aquejada por una serie de malestares que se le fueron sumando con los años y que tendieron a agravarse desde el año pasado, cuando murió su esposo, el príncipe Felipe.
De esta forma terminó un extenso y productivo reinado, en el que Isabel II se mostró como toda una estadista, que, entre otros grandes números, dio posesión del cargo a 15 primeros ministros de la Gran Bretaña, entre los que destacan las tres primeras mujeres con tal responsabilidad, Margareth Thatcher, Theresa May y la actual, Liz Truss, una antimonarquista más, que tras llegar al cargo, terminó por expresar respeto a la soberana.
Otro punto a destacar de los primeros ministros a los que la reina ordenó formar Gobierno, se dio con el primero de su larga lista, que fue nada menos que Winston Churchill, en una asunción más suya al cargo, siendo él el más valioso consejero que pudo tener al inicio del reinado, cuando la soberana contaba con apenas 25 años y tenía aún todo por aprender, algo en lo que tuvo gran aplicación, por lo que dejó ver con el transcurrir de los poco más de 70 que permaneció en el trono.
Independientemente de controversias, con el fallecimiento de Isabel II, vimos partir al último gran sustento que tenían las monarquías, sin importar el país al que hiciéramos referencia, quizá por eso la muy atinada expresión del presidente de Francia, Emanuel Macron, quien, a través de sus redes sociales, dijo, “para los británicos era su reina, mientras que para el resto del mundo era la reina”.
Una de las tareas más meritorias de la soberana, radicó en buscar la unión de las diferentes naciones integrantes de la Gran Bretaña.