DE ADANOWSKY
punk. Se refiere a cuando, a los 16 años, tocó con The Hellboys, una banda que fue telonera de Joe Strummer. Lo importante, dice, siempre es ver hacia adelante, pensar en avanzada. Por eso hace no mucho quiso “matar” a su alter ego por el que es realmente conocido: Adanowsky, un personaje teatral, surrealista, romántico. Músico inclasificable de espectacularidad estrafalaria que alguna vez hizo una gira por los cabarets y prostíbulos de la capital mexicana. En esta ocasión, dice, se prepara para la resurrección de Adanowsky. Será un show peculiar, con gigantes y enanos en una atmósfera de lucha libre, circo y lentejuela. Un concierto casi onírico.
“Es la resurrección de Adanoswky. Muchos años recuperé mi verdadero nombre, que era Adán Jodorowsky, y hablando con mi equipo, me dijeron que la gente me quiere mucho como Adanowsky. Entonces dije: bueno, ¿por qué no?”, comparte el artista de 43 años. Conocido por matar a los personajes de sus álbumes —que también son algo así como etapas de su vida—, Adanoswky reconoce que ya no quiere ser el transgresor sin sentido. O sí. Pero de una forma distinta. Cuando rompió el billete, explica, “yo quería provocar a la gente en ese entonces, quería incomodarlos, crear escándalos con cosas que verdaderamente incomodaran; ahora quiero crear escándalos con cosas que le hacen bien a la gente, esa es la diferencia entre el yo de antes y el yo de ahora”.
¿Y por qué cambió Adán Jodorowsky? “Por la paternidad. Cuando tuve a mi hijo empecé a enfocarme y quise darle un ejemplo bello. Empecé a expresarme artísticamente más desde la poesía que desde la autodestrucción”. Admite que ya no es tan nostálgico y melancólico como hace 10 años. La nostalgia, dice, la siente, sobre todo, cuando piensa en los tiempos pasados esos de la vida sin smartphones y sin computadoras. Se declara admirador de la “música antigua”. Pero artísticamente y en la vida diaria, asegura que ya no piensa en el pasado: “Así soy más feliz”. Valorar el presente es la gran lección que ha aprendido en los últimos años. Todo gracias a su madre, la actriz francesa Valérie Trumblay, quien padece Alzheimer.
“Mi mamá tiene Alzheimer y ella está más feliz en el ahora que en el antes. Tiene menos preocupaciones. Yo le pregunto: ‘¿me reconoces?’. Me dice: ‘No, no te reconozco, pero te veo tal como eres ahora. Esa es una lección para mí: vivir en la presencia. Creo que la gente que pierde la memoria es gente que, inconscientemente, quiere olvidar algo. Con la enfermedad de mi madre, desarrollé la compasión y comencé a entender”.