Elena Garro tenía mielitis cuando escribió su mayor obra
El drama y el dolor fueron dos presencias a las que constantemente tuvo que enfrentarse la escritora Elena Garro. La anécdota de la escritura de su obra maestra, Los recuerdos del porvenir (Joaquín Mortiz, 1963), no es la excepción. Para comprobarlo sólo basta echar un ojo al libro Debo olvidar que existí. Retrato inédito de Elena Garro (Debate, 2023), en cuyas páginas el periodista Rafael Cabrera plasmó una de las investigaciones documentales más completas que existen hasta ahora.
Ahí Cabrera cuenta, con documentos en mano, que Elena Garro viajó con su hija Helena a Japón en 1952 para reunirse con su esposo el poeta y diplomático Octavio Paz, quien preparaba la llegada de Manuel Maples Arce como embajador de México en el país de sol naciente. Un viaje, que, a pesar del mal humor de Paz, para Elena significó una época de descubrimientos, en la que conoció las obras de la escritora japonesa Lady Murasaki y del poeta nipón Yukio Mishima, de quien se hizo amiga.
De pronto comenzó a sentir grandes dolores, que Paz desvalorizó al principio por pensar que se trataba de “otro ataque de nervios de su esposa”. Rafael Cabrera encontró el diagnóstico, escrito en japonés por el médico Suichi Fukase, en el expediente personal de Octavio Paz, que se encuentra en el Archivo Histórico Genaro Estrada de la Cancillería. La enfermedad era una mielitis, que le provocaba dolores punzantes y amenazaba con dejarla paralizada.
Poco después, ella y toda su familia viajaron a Suiza donde la atendieron con pastillas para dormir con la intención de desintoxicarla de la cortisona con la que fue tratada inicialmente.
Fue en aquel país que Garro comenzó la obra que varios críticos consideran como el inicio del realismo mágico. Como prueba de ello, Cabrera cita un fragmento de una carta que Garro escribió a Emmanuel Carballo en 1980: “En 1953, estando enferma y después de un estruendoso tratamiento de cortisona escribí Los recuerdos del porvenir como un homenaje a Iguala, mi infancia y aquellos personajes a los que admiré tanto y que tantas jugarretas hice”.