A la Iglesia no le corresponde juzgar a los agresores: Sacerdote
El padre Rubén Bañuelos opina respecto al caso de Yahaira y su papá
A la Iglesia no le corresponde juzgar a los agresores como en el caso de Yahaira, simplemente hay que tocar la realidad personal de la víctima y el agresor para lograr un cambio, además la responsabilidad como cristianos es comprender las situaciones y brindar apoyo así como comprensión tanto a víctima como a victimario, sin embargo cada quien debe hacerse responsable de sus actos, según indicó el párroco de la iglesia de la colonia Héroes de la Revolución, misma que se ubica cerca de la casa de la señorita que fue agredida por su propio padre.
El padre Rubén Bañuelos, quien está encargado de la iglesia Inmaculada Concepción de María en la colonia Héroes de La revolución, dijo que el hecho ocurrido en la cercanía de la iglesia, donde una joven fue atacada por su propio padre no es una situación específica, sino más bien el contexto que se vive en la sociedad, está marcado por un entorno de violencia.
Las carencias espirituales, económicas y afectivas que hay en la familia, son un factor para que los integrantes intenten llenar los huecos de la cohesión familiar con cualquier tipo de aberraciones negativas, que fomentan un contexto inadecuado.
Las realidades de este tipo son dolorosas pero no se debe caer en la dinámica de juzgar ya que Jesús tocó la realidad del leproso y se debe seguir el ejemplo, además que la responsabilidad como cristianos es tocar la realidad de la persona que genera un acto violento así como la de la víctima para transformar la, acompañándole para iluminarla como parte de la responsabilidad humana.
Cualquier hecho de violencia es repudiable, ya sea que lastime, denigre o margine al ser humano pero no podemos caer en la dinámica de juzgar porque esa no es tarea de la iglesia, sin embargo es importante que cada quien se debe hacer responsable de sus propios actos.
De este modo, como cristianos hay tarea que hacer para que el Dios de misericordia, se encargue de permear las realidades sociales y familiares, por lo que estar cercanos a Dios es el mejor remedio para evitar hechos de violencia en las familias, ya que así se puede descubrir lo que nos corresponde hacer en el sentido de la propia vida en conjunto con el prójimo.
Estas vertientes, son un factor clave en la desintegración familiar, ya que al tratar de suplir las necesidades económicas trabajando en exceso, se puede dejar de lado la convivencia en la pequeña sociedad que representa la familia.
Sin embargo, el suplir estas carencias no debe ser un pretexto para dejar de lado las responsabilidades familiares de acompañamiento, muestras de afecto y formación de los integrantes de la misma.