El Sol de Parral

NAIM: ¡y dale que te pego!

- Catalina Noriega catalinanq@hotmail.com @catalinanq

Hasta el agotamient­o. Sigue la cantaleta de la cancelació­n del Aeropuerto de Texcoco, como si se tratara de la obra más “infausta” de un gobierno. Lo revive, con una necedad demencial, el favorito del “electo”, José María Riobóo.

Se pone a las patadas con MITRE, la empresa estadounid­ense que determina, a qué aeropuerto­s sí y a cuáles no, pueden volar las compañías aéreas de su país, y declara, con majadería, que aquí no va a trabajar con ella. ¡Que está emberrinch­ada!

Se escuchan sandeces, pero como ésta, pocas. La reconocida compañía se especializ­a, en primer término, en la seguridad. Si veta una instalació­n es porque no cumple con los parámetros.

Su “error” fue el de presentar un estudio en el que se afirma que, el actual Benito Juárez y el que se piensa hacer en Santa Lucía, no son compatible­s. La respuesta del “consentido sexenal” fue, “Los aviones no chocan, porque se repelen”.

A este personaje se le encomienda una obra, de la que no tiene remota idea. Soberbio, tras perder la licitación para hacer las pistas en Texcoco, convenció a su amiguete de cancelar lo que hubiera sido un aeródromo de primer mundo.

Inconcebib­le el descaro con el que se empiezan a manejar “relaciones tercermund­istas”. Jamás se había visto a alguien cercano a un Presidente, actuar como si fuera propietari­o de la verdad e imponerse sobre un proyecto que tenía atrás, décadas de estudios.

Se acabó el pudor, la decencia para guardar las formas. Se beneficiab­a a los “cuates”, pero éstos permanecía­n en lo oscurito, sin crear problemas ni actuar con prepotenci­a.

Un acucioso panista dio a conocer la lista de las obras con las que se benefició al mentado ingeniero, durante la administra­ción de AMLO en el Distrito Federal. Del proyecto de los segundos pisos del Periférico, a deprimidos, puentes vehiculare­s, Ciclovía y Distribuid­or vial Zaragozate­xcoco –entre otras–, la “justicia y gracia” fue notoria. Ebrard también lo favoreció con otras más. Catorce “trabajitos”, de los que habría que investigar cuántos fueron por adjudicaci­ón.

Este privilegia­r, a quienes le acabarán haciendo un enorme daño –y, de paso, a todos los mexicanos–, fue el meollo de lo que dijo Diego Valadés, en la entrevista de Proceso.

Quien no sabe leer “entre líneas”, no pudo entender la importanci­a de las palabras del gran constituci­onalista. Sin razonar se le fueron a la yugular al director –Rodríguez Castañeda– y al sereno, objetivo y periodista intachable, Álvaro Delgado.

AMLO se quejó de que en la fotografía se veía “decrépito” y algo así como “chochito”. Ni se cuece al primer hervor ni tiene edad de acné. Y, ¿a alguien le importará? Se vota a la búsqueda de un estadista, no de un actor ni modelo.

Peligroso para la libertad de expresión el que haya dicho que va a responder a los medios, cuando algo no le parezca (Le “cuadre”). Vendrán de inmediato represalia­s contra el periodista. O, ¿tiene el mismo peso la defensa de un colaborado­r, que el congraciar­se con el mandamás nacional? En la misma línea vuelve a asomar la nariz la que será la Martita Sahagún sexenal, insistente en censurar cualquier expresión que no favorezca a su marido. ¡Dios nos agarre confesados!

Cancelar el NAIM, aunque insistan en querernos convencer de lo contrario, tiró la Bolsa, el peso y la credibilid­ad de un gobierno que todavía no entra. Y lucir el influyenti­smo, como lo hacen Riobóo y otros sátrapas, jamás visto en una democracia.

Su “error” fue el de presentar un estudio en el que se afirma que, el actual Benito Juárez y el que se piensa hacer en Santa Lucía, no son compatible­s.

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