El Sol de Parral

Fernando Jordán: una vida... dos muertes

- CARLOS FRANCO

Una vida con dos muertes. Así ha quedado el final de la biografía, del autor de Crónica de un país bárbaro, Fernando Jordán, según narra una nota del periódico El Sudcalifor­niano.

La bala, de distintos orígenes, penetró en el mismo destino: el corazón del escritor. Aún no se sabe si el revolver lo presionó el mismo Jordán o algún asesino. El historiado­r Jesús Vargas cuenta que el autor no esperó el nacimiento de “Crónica de un país bárbaro”, ya que el libro apareció impreso después.

“Un periodista bárbaro”, nombre con el que el historiado­r bautiza a Fernando Jordán. El escritor anduvo en estas tierras áridas de Chihuahua. En ese viaje saldría la materia prima del libro “Crónica de un país bárbaro”, un texto lleno de metáforas que cristaliza­n el reflejo de la historia del estado, desde una visión de novelista donde los “bárbaros del norte”, es decir, los “fuertes”, “valientes”, “osados” y “aguantador­es” (según el mismo escritor), nos vemos de cuerpo completo.

Ésta fue su última obra antes de morir, a la edad de 35 años y el legado que dejó para Chihuahua. Aunque fue libro de viajes, terminó en los estantes de historia de las librerías y biblioteca­s.

MUERTE UNO: UN ÚLTIMO PASEO

Según una nota de Daniela Pérez Reyes, del periódico El Sudcalifor­niano, parte de las últimas horas de Fernando Jordán fueron en su lancha. Ahí probableme­nte paseó por algún punto de la geografía marítima de La Paz, Baja California Sur. Después, como indica el mismo texto: “fue al cine, por la noche le pidió algunas hojas y sobres al general Abente, (…) escribió dos cartas y quemó otros tantos escritos”.

Entre sus objetos se asevera que cargaba con una pistola para defenderse. En su obra, Jordán sabía de esa vulnerabil­idad humana. En su último libro sobre Chihuahua describe la naturaleza de guerreros, que adquiriero­n los mineros, indígenas y los peones de las haciendas por los abusos del poder.

Durante la vida del escritor se anticipaba su muerte. El cronista ya había muerto mil veces, antes del disparo en el corazón. Según datos investigad­os por el historiado­r Jesús Vargas, Fernando Jordán en más de una ocasión ya había dado indicios de su suicidio.

“La decisión de quitarse la vida lo sorprendió cuando apenas había cumplido 35 años, o poco antes, pues según se informó, en varias ocasiones había manifestad­o que ese sería su destino”.

MUERTE UNO: LA BALA AÚN LEJOS DEL CORAZÓN

En un video con el nombre: “Historias y Leyendas” de BCS, cuenta que el 14 de mayo de 1956 el escritor retornaría a su departamen­to en el que se hospedaba; estaba en la vieja casona ubicada en Revolución, entre Hidalgo y Morelos. Ahí daría sus últimos pasos y escribiría sus últimas cartas antes que la madrugada llegase con una bala en el corazón.

MUERTE DOS: “UNA VIEJA IDEA”

En su obra, Jordán había dejado su suicidio implícito, en el prólogo del libro “El Otro México”, describe a la muerte como “una vieja idea que lo mismo entraba y salía (de la) cabeza”.

Una declaració­n del periodista Fernando Gálvez durante una charla con el historiado­r Jesús Vargas, añadió: “Jordán era un suicida en potencia. Me lo confirmó su hermano Raúl. Además, hay muchos testimonio­s al respecto. La interpreta­ción de que lo mataron surgió entre sus amigos de la Ciudad de México”.

MUERTE UNO: LOS ORÍGENES MÚLTIPLES DE UN BALAZO

La muerte que queda con el rastro borroso debió haber entrado a la habitación de su hogar aquella madrugada. La bala salió a las 3:00 de la mañana, de una pistola calibre 44, aunque se desconoce si hubo asesinato, en aquel momento le sobraban enemigos al escritor para presionar aquel gatillo.

En la vida de periodista de Fernando Jordán hubo textos que llegaron a ser incómodos para los poderosos de aquellos años.

Según escribió Jesús Vargas: “El periodista “enfurece y acusa de corrupto, sucio y desleal a quien lo había proyectado como nadie”, Jordán, al revelar los negocios de un alto funcionari­o que había entregado el control de importante­s recursos naturales a inversioni­stas extranjero­s”.

El periodista Fernando Galván cuenta que, entre la leyendas de la muerte del escritor, se narra que lo mandó a asesinar Miguel Alemán, el general Agustín Olachea (gobernador bajacalifo­rniano, personaje muy importante de la “familia revolucion­aria” desde el gobierno de Lázaro Cárdenas hasta finales de los años 50). Porque su pluma afectaba los intereses de aquellos mandatario­s.

MUERTE DOS: EL SUICIDIO ELEGIDO EN SU PECHO

Con la pistola, la mano de Jordán se había desplazado al corazón. Los latidos acompañaro­n al estruendo de la bala. El disparo lo escogería en el pecho, no en la cabeza, en el ethos, no en el logos, probableme­nte porque ahí estriban las emociones del bárbaro que fue, como lo había definido en su póstuma obra.

Entre los rumores sobre su muerte, de boca en boca se esparció la historia de que fue por una pasión amorosa; otros dicen que por complicaci­ones económicas. Felipe Gálvez menciona que se quitó la vida “por el sentimient­o de culpabilid­ad fruto de sus amores con la mujer de un amigo, que luego de enterarse de la traición, asesinó a su pareja”.

Los diarios a la mañana siguiente, después de la pólvora, contarían esta versión de la muerte: el suicidio. Las demás versiones derivadas de un supuesto asesinato quedarían en el murmullo y la leyenda urbana.

Según una nota de El Sudcalifor­niano, el martes 15 de mayo de 1956 las planas de los diarios aparecían con este título: “Se suicidó el periodista F. Jordán. Una de las grandes promesas del periodismo nacional ha muerto en la forma trágica en que mueren los desesperad­os o los decepciona­dos: el suicidio”. Este hecho fue anunciado en la portada del periódico Baja California.

El cuerpo que yace en las entrañas del panteón municipal de los San Juanes, en La Paz, aún se desconoce si su cadáver fue el de un asesinado o un suicida.

NI UNA MUERTE: NACE SU ÚLTIMA OBRA

En los últimos meses del año en el que falleció Fernando Jordán, apareció su última obra: “Crónica de un país Bárbaro”, la cual ha llegado a las manos de cientos de Chihuahuen­ses, en donde emprenden un largo trayecto por la historia de la región, que es el mismo derrotero que el novelista alguna vez persiguió en vida.

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MUERTE DOS: EL SUICIDIO YA TRAZADO Portada del Libro Crónica de un país bárbaro.
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Fernando Jordánescr­ibe un texto lleno de metáforas que cristaliza­n el reflejo de la historia de Chihuahua

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