El arte de leer
Recientemente tuve a bien incursionar en la búsqueda de lecturas apropiadas al contexto en la formación de alumnos de la Escuela Normal Superior; lo cual es una competencia que pone a prueba las habilidades y destrezas para el manejo y selección de información pertinente, debido al mar inmenso de posibilidades que ofrece la virtualidad hoy en día.
Recomendar lectura, análisis e interpretación de un texto, conlleva la enorme responsabilidad de haberse apropiado previamente del contendido, haber escudriñado desde diversas aristas el nivel de complejidad, vocabulario utilizado, mensaje emitido, contextualización y un sinfín de puntos medulares.
Así como la planificación de actividades didácticas que conlleven la encomienda principal de fomentar el hábito lector entre los futuros docentes de la educación secundaria.
A partir del nuevo milenio, inicia una serie de evaluaciones internacionales, nacionales, estatales y locales donde queda de manifiesto la carencia de comprensión lectora de la población en general, situando a los mexicanos con un promedio de lectura anual de dos libros.
Con base a datos obtenidos, surgen estrategias inmediatas para subsanar la focalización señalada, una de estas, fue el Plan Nacional de Lectura, el equipamiento de bibliotecas escolares y de aula.
El concurso Don Quijote nos invita a leer y otras tantas que fueron derivándose, como las que se han gestado en cada contexto escolar a partir de la implementación de los Consejos Técnicos Escolares. Sin embargo, la luz roja de alerta sigue vigente.
Por tal motivo, considero menester incentivar el fuego literario dentro de los futuros formadores y para ello, es necesario diseñar e implementar cuidadosamente las estrategias adecuadas.
Uno de los propósitos fundamentales es que los alumnos vean la lectura como una ventana abierta a un mundo de posibilidades, una incursión al pensamiento, saberes, imaginación y experiencias del autor.
De tal suerte, encontré en el libro “EL Elemento” (2017), escrito por el británico investigador, educador y conferencista Ken Robinson una joya pedagógica literaria.
Cada página es un compendio de saberes que invita a la reflexión personal de la importancia de encontrar “el propio elemento”; ese entorno que solo se encuentra en la zona donde se conoce, ama y disfruta lo que se hace.
El talento no es un paquete con el que se viene etiquetado, sino un proceso donde intervienen varios factores, donde la detección oportuna y el incentivo de la creatividad juegan un papel preponderante en el desarrollo del individuo.
La inclusión de historias de vida a manera
A partir del nuevo milenio, inicia una serie de evaluaciones internacionales, nacionales, estatales y locales donde queda de manifiesto la carencia de comprensión lectora de la población en general, situando a los mexicanos con un promedio de lectura anual de dos libros.
de ejemplificación, muestran la universalidad del ser humano, donde no hay fronteras de franjas imaginarias, idiomas o nivel socioeconómico, simplemente un ser en constante evolución y desarrollo del pensamiento.
Concluyo con una cita que deja una tarea pendiente a todos los que compartimos esta noble profesión de enseñar: “Si descubrimos el Elemento en nosotros mismos y animamos a los demás a que encuentren el suyo.
Las oportunidades para el crecimiento serán infinitas”.