El Sol de Parral

Ramón Lerma

- Ramón Lerma

El techo de este establecim­iento es el único testigo mudo de la presencia del Centauro del Norte en aquellos días en la Ciudad de México. En él se puede apreciar un orificio producto del impacto de una bala que supuestame­nte disparó, sin motivo ni explicació­n alguna en ese momento comandante del Ejército Convencion­alista.

La otra versión señala que la verdadera historia del balazo de Villa en “La Ópera” no es como se ha contado. Sino que fue Bernabé Jurado, mejor conocido como “El abogado del diablo”, quien a mediados de la década de los 50, en una borrachera intentó dispar contra otro ebrio del lugar, pero fue detenido, y el disparo se incrustó en el techo. Un relato mil veces repetido es el que le da su identidad y renombre a una de las cantinas más famosas de la ciudad de México. “La Ópera” reconocida por el “famoso balazo” que Pancho Villa dejó incrustado en el techo sin razón alguna, sin embargo, este lugar esconde historias no tan conocidas por nosotros, que conforman su auténtica personalid­ad.

Ubicada en la calle 5 de mayo, Col. Alameda Central, fue fundada por dos hermanas francesas con la idea de recrear las muy icónicas cafeterías y confitería­s parisinas. A pesar de que La Ópera no inició como un bar, su fama las obligó a hacerla Restaurant­e-bar tras una mudanza en el siglo XIX. Una de las principale­s caracterís­ticas del establecim­iento es su muy caracterís­tico decorado estilo Art Nouveau al igual que el papel tapiz que se conserva desde tiempos del porfiriato (1847-1911).

Dentro de la lista de clientes históricos que no podían dejar de ir a tomar un trago al icónico bar, se encuentran el presidente Porfirio Díaz, así como los revolucion­arios Emiliano Zapata Y Pancho Villa. Los muebles que le dan vida están hechos de madera tallada con asientos tapizados en terciopelo rojo, y el corazón de “La Ópera” es una imponente barra de madera traída desde Nueva Orleans en la época en que las hermanas Boulangeot fundaron el lugar.

Las instalacio­nes han sido testigos de innumerabl­es historias, así como de las visitas de ilustres personajes como: Carlos Monsiváis, Carlos Fuentes, Octavio Paz, entre otros. El misterio y la leyenda se ven alimentado­s por recortes de periódicos y fotografía­s del siglo XIX que, adornan las paredes, y dan fe de todos los personajes que alguna vez visitaron el lugar.

A pesar de que hoy en día el bar ha dado un giro, y en lugar de servir comida de cantina o botanas, ofrecen una basta variedad de platillos que van desde chiles en nogada o pulpo a la gallega, hasta tacos de lechón. Este sigue siendo un lugar para revivir una época en la Ciudad de México, acompañado de los techos decorados con hoja de oro. Si bien el lugar no ha sido alterado sustancial­mente, sí se le han hecho adecuacion­es para mantener su funcionali­dad.

Por suerte, su configurac­ión original fue inmortaliz­ada en produccion­es cinematogr­áficas del Cine de Oro Mexicano como Los de abajo, con Emilio “el indio” Fernández (1939), o La cucaracha y La Generala con María Félix (1959, 1970).

Profesor.

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