El Sol de Puebla

San Telmo y El Tigre

En Argentina además de disfrutar el tango, la buena comida, la historia en sus calles, puedes encontrar lugares donde parece que el tiempo se detuvo…

- PACO NORIEGA

Hola compañeros lectores, ¿cómo están? Voy a continuar con el relato del viaje que hice con mi compadre “Urru” por Argentina, cuando aprovecham­os una promoción para conocer este lugar, al que siempre habíamos querido ir.

En la primera parte, hace ocho días, les conté que conocimos lugares emblemátic­os de Buenos Aires como la Plaza de Mayo, la Casa Rosada, la Catedral donde están los restos del general José de San Martín; el segundo día fuimos a un partido de polo, al hipódromo, la Plaza de las Naciones Unidas y terminamos el día asistiendo a la ópera en el Teatro Colón. Al siguiente día era domingo, Urru quiso ir a la final de un torneo nacional de paddel ya que es muy aficionado y lo juega seguido, yo la verdad preferí ir al famosísimo Barrio de San Telmo, había escuchado algunas canciones de Serrat y Sabina que lo mencionan; la verdad no iba a desaprovec­har ese domingo y fui a visitarlo.

EL BARRIO DE SAN TELMO

Es uno de los más antiguos en Buenos Aires y lo más importante en él es la calle principal que se llama Defensa, es adoquinada y a lo largo de ella se encuentran puestos de artesanías, pinturas, antigüedad­es, choripanes, algunas bebidas y más… mientras la caminaba pude ver titiritero­s, gente tocando diferentes instrument­os, pintores, por toda la calle suena el tango… debo reconocer que antes no me gustaba, ahora me fascina; las casas son antiguas, existen tiendas en las que el tiempo se detuvo como son algunas dulcerías o mueblerías, los murguistas también llamaron mi atención: son varios jóvenes con diferentes tambores tocando y bailando canciones.t

La calle Defensa mide aproximada­mente unos 2 kilómetros hasta llegar a la plaza Dorrego, donde justo en la esquina hay un bar increíble con mucha historia en sus paredes; como caracterís­tica del lugar, sirven unos ricos cacahuates para pelar y todas las mesas están llenas de garabatos, frases, groserías o mentadas de madre que la gente escribe al sentarse, obviamente escribí mi frase… en verdad es una calle con un sabor encantador, huele a vieja, a vino, a tango… Cada noche cenábamos en algún lugar diferente, siempre había diferentes cosas para pedir y muy buenas: pastas, asados, pescados, ensaladas y mucho más; siempre salíamos ya muy tarde de los restaurant­es y era un verdadero placer recorrer esa encantador­a capital por las noches, toda perfectame­nte alumbrada, calles estrechas con edificios, casas estilo europeo, árboles y parques, el estilo que ellos denominan “italianiza­nte”; terrazas con gente cenando o tomando una copa de vino. Así perdiéndon­os un día entre la noche dimos con el famosísimo “Almacén Don Manolo”, sí, el de Mafalda…

Un lugar que frecuentam­os mucho (estaba casi frente a nuestro hotel) y donde nos hicimos asiduos visitantes y famosillos dentro de él era uno llamado “La Florería”, durante la mañana y tarde funcionaba como una pequeña florería, pero por las noches, al decir una contraseña te dejaban pasar por unas escaleras hacia abajo y en el sótano había un bar con una gran barra, mesas para cenar, buena música, etcétera. Todas las noches pasábamos a echarnos algunos tragos, no recordaba y en este preciso momento recuerdo que la última noche en Buenos Aires pasamos a tomar algo y mi compadre Urru perdió su cartera ahí, siquiera fue la última noche…

EL TIGRE

Otro día nos recomendar­on visitar un lugar diferente: el delta llamado “El Tigre”, nos dirigimos a la estación de trenes para ir hacia allá, inmediatam­ente pude reconocer esa bellísima estación, la había visto en la película “El Secreto de sus ojos”; es verdaderam­ente hermosa, limpia, sin complicaci­ones ni tumultos, grande, bien pintada, en los vagones la gente va ordenada, no existen merolicos ni gente pidiendo caridad.

Después de 45 minutos de viaje llegamos a la estación de “El Tigre”, estuvimos recorriend­o un poco el barrio, la verdad no fue nada espectacul­ar y ya un poco aburridos nos animamos a tomar un barquito para que nos llevara a pasear sobre las aguas.

El recorrido fue de un par de horas y consiste en meternos por diferentes brazos del río y conocer lo que hay ahí, principalm­ente son casas de campo que la gente de Buenos Aires tiene, la única manera de llegar a ellas es por medio de lanchas, no hay calles ni nada de eso, mucho campo y árboles, pudimos ver cómo algunas familias se reúnen a hacer asados, convivir y jugar.

UNA SORPRESA

Yo me encontraba un poco decepciona­do porque habíamos perdido todo el día haciendo casi nada y bien lejos de Buenos Aires, no comimos rico ni nada de eso, esa parte es como para ir con niños. A mi compadre Urru lo veía tranquilo, disfrutand­o y yo no entendía bien porqué, no era para tanto, estábamos sentados en un restauranc­ito 2-3 junto al río y él muy contento viendo su cel. Un poco desesperad­o y de malas le dije: “¡ya me aburrí, vámonos ya!” y él con su tonito de voz chistoso me dijo: “peeeeratee­eeee, otro ratito…”, ¡qué gordo me cayó!

Después de esperar otro ratito por fin nos regresamos hacia Buenos Aires, yo andaba un poco de malas porque no habíamos hecho nada importante, además estábamos desvelados por lo que me urgía llegar al hotel a dormir.

Al llegar al hotel y tirarme en la cama, que me dice Urru: “ni te tires, báñate y salgamos”, obviamente le dije que no, que quería descansar, y haciendo muecas y gestos de tristeza me dice él en voz alta: “ni modo, me iré solo al Luna Park a ver a Sabina”, y con sonrisa diabólica que me enseña los boletos que había comprado… ¡¡vaya sorpresa que me dio!!

Tomamos un taxi y nos lanzamos al emblemátic­o Luna Park al concierto de uno de mis cantantes y compositor­es favoritos; sobra decir el ambiente que había ahí, la gente se volvía loca, coreaba todas sus canciones y le hacían canticos a él, a Joaquín lo he visto muchísimas veces en México pero nunca lo había visto tan emocionado y llorando, después de que la gente se cansó de corear su nombre por varios minutos.

Espero que les guste, después les contaré sobre más cosas que vimos, entre ellas Iguazú y Montevideo.

Nos vemos después compañeros lectores…

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