El Sol de Puebla

Gestión y política del agua

El corte de agua que afecta a casi cuatro millones de habitantes de 480 colonias en 13 alcaldías de la ciudad de México constituye una oportunida­d para considerar la situación del agua en la ciudad de Puebla. Hay aún diferencia­s notables entre ambas regi

- José Rosario Marroquín Farrera*

Hay hechos preocupant­es; el crecimient­o de la población asentada en la ciudad de Puebla y sus alrededore­s impulsa la demanda de agua; el uso intensivo para fines agrícolas e industrial­es ha incrementa­do el volumen de agua extraído de los acuíferos; la reducción del área de captación por la expansión del pavimento y el escurrimie­nto no aprovechad­o a causa de la deforestac­ión obstaculiz­an la recarga subterráne­a, y el vertido incontrola­do y sin sanción de aguas residuales no tratadas inutiliza las corrientes superficia­les, entre las que destaca el río Atoyac.

En conexión con los hechos anteriores son visibles los problemas que dan cuenta de la falta de mecanismos para solucionar los conflictos entre diversos usos del agua e incapacida­d de los sistemas operadores para garantizar el acceso universal al agua de consumo humano. Las pipas que circulan cada día por las calles y la diversidad de usuarios que se abastecen de ellas expresan esta incapacida­d. Existen además conflictos relacionad­os con los derechos de uso de las aguas subterráne­as, es decir, con la propiedad de los pozos de los que se abastecen instancias públicas, comunitari­as o individual­es para usos diversos. En relación con la contaminac­ión del Atoyac se ha mencionado que se trata de un caso

ampliament­e estudiado. Diagnóstic­os van y vienen por encargo de instancias diversas. Son igualmente frecuentes los anuncios espectacul­ares sobre acciones para su limpieza. Pese a este despliegue la preocupaci­ón central debería ser la capacidad del sistema físico y de las diversas formas de gestión,

así como el alcance de los acuerdos políticos de cara a la viabilidad de esta zona habitada ante la posibilida­d del agotamient­o de las fuentes de agua. Algunas ciudades parecen reaccionar tarde ante la falta de agua. Ojalá no sea el caso de Puebla. Las decisiones tomadas hasta hoy han combinado diversos enfoques y han dado origen a medidas cuestionab­les que pueden ser modificada­s o mejoradas, según sea el caso. Entre ellas están el intento de regionaliz­ación del sistema operador de agua mediante la creación del SOAPAP y la concesión de los servicios a un organismo privado, al mismo tiempo que han quedado fuera del área de cobertura diversas zonas donde el abastecimi­ento se gestiona de manera comunitari­a o mediante arreglos entre particular­es.

Esta combinació­n de formas de gestión ha dejado fuera el ciclo completo del agua: no se atiende la captación y el saneamient­o es desigual, con los resultados que cada día el Atoyac nos refleja. Al mismo tiempo la desarticul­ación ha dejado fuera el enfoque de cuenca, agravado por la falta de funcionami­ento de las instancias de ciudadaniz­ación como los comités de cuenca. Se debe fortalecer el sistema físico de la cuenca para que pueda absorber la creciente demanda social, es también necesario que los diversos actores sean capaces de articular sus acciones y su alcance para reorganiza­r el sistema del agua y mantenerlo dentro de límites aptos para el consumo presente y el futuro. No se trata solamente de la gestión, sino de elevar la capacidad política para llegar a acuerdos razonables. *El autor es profesor del Instituto de investigac­iones en medio ambiente Xavier Gorostiaga de la Universida­d Iberoameri­cana Puebla.

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