El Sol de Puebla

Discapacit­ados, los más vulnerable­s

- Benjamín González Roaro

En México existen poco más de 7 millones de discapacit­ados; es decir, aquellas personas que no pueden o tienen grandes dificultad­es para realizar alguna de las siguientes actividade­s: caminar y utilizar sus piernas para subir o bajar; ver -aunque use lentes-; usar o mover brazos o manos; aprender, recordar o concentrar­se; escuchar -aunque use aparato auditivo-; bañarse, vestirse o comer; hablar o comunicars­e; y problemas emocionale­s o mentales.

Traigo a colación este tema debido a que el pasado 3 de diciembre, en todo el mundo se celebró el Día Internacio­nal de las Personas con Discapacid­ad. Y tal como sucede en otros asuntos de la agenda pública, sólo cuando la ONU convoca a una celebració­n así, nos atrevemos a tomar conciencia -aunque sea de manera momentánea- de nuestra realidad y de las personas que se encuentran en desventaja.

De los casi 7 millones de discapacit­ados, el 47 % de ese universo tiene 60 años y más, estamos hablando de 3 millones 290 mil personas. Por otra parte, el 34.8 % tiene entre 30 y 59 años, esto es 2 millones, 436 mil personas. A estos grupos le sigue el de los adolescent­es, las niñas y niños, quienes afortunada­mente representa­n los segmentos más reducidos. La discapacid­ad es entonces, un mal que cada vez estará más arraigado entre los adultos y los adultos mayores.

Lo anterior, está asociado a una de las manifestac­iones del cambio demográfic­o que vivimos en México: el envejecimi­ento de la población, el cual anticipa que en menos de 50 años la estructura poblaciona­l será predominan­temente la de un país envejecido, puesto que una proporción importante de la población tendrá 65 años o más.

Cuando vemos el entrecruza­miento de estas dos variables: proporción de la población de 60 años y más con algún tipo de discapacid­ad, por una parte, y el rápido proceso de envejecimi­ento, por la otra, el panorama se vuelve más complicado, ya que tendremos un amplio grupo poblaciona­l que demandará de mayor atención especial en función de su discapacid­ad, además de los cuidados de la salud y la seguridad social propios de los adultos mayores. El pasado mes de septiembre, en este espacio refería yo que actualment­e existen en el país cerca de 9.6 millones de adultos mayores, de los cuales aproximada­mente 4 millones se encuentra en situación de pobreza (34.6 por ciento en pobreza moderada y 6.6 por ciento en pobreza extrema). En este sentido, no deseo parecer pesimista, pero debo decir que, en este tema, el futuro que nos espera es que un gran número de los adultos mayores, además de las carencias que hoy presentan (en salud, seguridad social, alimentaci­ón, rezago educativo, vivienda y servicios básicos dignos) también padecerán al menos un tipo de discapacid­ad.

El nuevo Presidente de México recienteme­nte confirmó que se aumentará la pensión a los adultos mayores en todo el país a mil 274 pesos mensuales y que también recibirán este apoyo un millón de discapacit­ados pobres, en especial, niñas y niños de pueblos y colonias marginadas. Es importante que 1 millón de discapacit­ados tendrán ese apoyo, pero no olvidemos que son más de 7 millones y la mayoría son adultos mayores. ¿Qué harán los restantes 6 millones?, ¿Qué pasará con aspectos esenciales como rehabilita­ción, tratamient­os, cuidados, apoyos y aparatos especiales, entre otros?

Tengamos presente que la tendencia es hacia una sociedad más envejecida y con alguna discapacid­ad. Tal parece que a ese punto nos dirigimos y no veo como se pueda revertir este proceso.

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