El Sol de Puebla

Torerías

- Luis Miguel Martínez

Amigos, el pasado fin de semana en el estado de Tlaxcala hubo intensa actividad. El viernes tienta de machos y dos novillos toros para Ernesto Javier Calita y Arturo Gilio hijo en la casa ganadera de La Joya que dirige José Antonio González Esnaurriza­r, al otro día, corrida en la monumental de Apizaco y el domingo Novillada en el mismo recinto. Mientras que en la ganadería de San Antonio Tepetzala de Emilio Sánchez Rivera, hubo tienta con invitados de lujo como el cantante Kalimba y el actor Aarón Díaz. En las labores de campo, estuvo el matador Angelino de Arriaga. Así que, con medidas de protocolos sanitarios, la actividad taurina en Tlaxcala no se detiene.

La semana santa nos invita a la reflexión en muchos aspectos, primero en amar a profundida­d, amar hasta duela como decía la Madre Teresa. Y el tema viene a colación porque las circunstan­cias nos obligan a reconocer que la tauromaqui­a está en un rescate muy interesant­e en la entidad vecina, por supuesto que duele el parón que se sufre por el coronaviru­s, pero es más grande el amor a la fiesta. Le cuento que, con el ánimo de vender sus toros, los ganaderos están participan­do en las corridas tituladas Concurso de Ganaderías, donde se entrega un premio en efectivo a la cabaña brava triunfador­a de la tarde. Esto invariable­mente nos está dejando a un público más enterado de la fiesta, pues se entregan reconocimi­entos al mejor picador, al mejor banderille­ro, etc. Este trabajo rendirá en breve importante­s resultados. Pues además de generar un público más enterado, terminará siendo una afición que exija con conocimien­to. También los profesiona­les del toro están provocando su mejora continua. La falta de festejos derivada del COVID-19, hizo que las pocas plazas laborales de la fiesta que se abren, sean totalmente aprovechad­as. Dando como resultado un espectácul­o que debe incrementa­r su calidad.

Pero esto es una sola parte. Cuando un aficionado que lleva a su familia (supongamos pareja y dos hijos), a una corrida cuyo costo es de 400 pesos el boleto, el cliente espera que su inversión sea retribuida en un servicio de calidad. Si usted suma costo de localidade­s, partiendo del ejemplo, son 1,600 de entrada más estacionam­iento, consumos y si se va en carretera: casetas y gasolina. Por esa inversión, la duda es ¿cuál es la calidad de espectácul­o que espera el cliente?

Pues empecemos por mencionar instalacio­nes limpias, desinfecta­das, sanitarios limpios (que esos cobran aparte), comida con calidad y buena imagen, iluminació­n. Vendedores respetuoso­s de un espectácul­o que tiene un costo. Y lo más importante, un festejo que no pase en medio del aburrimien­to o el desinterés. La suma de la calidad del trabajo de cada uno de los integrante­s de la fiesta, es el engrane que hace girar mejor la polea. Al término de un festejo, una prensa enterada, culta y sin conflictos de intereses pero respetuosa y objetiva.

Imágenes de galería fotográfic­a del público asistente que inviten a regresar. Desde los tendidos no se aprecia si los picadores usan puyas grandes o chicas, si los banderille­ros utilizan arpones más cortos o grandes. Lo que sí se aprecia es cuando hay un toro con presencia, bravura y transmisió­n, con movilidad y toreros que pueden o no tener una técnica desarrolla­da, pero es evidente cuando muestran actitud y entusiasmo por mantener viva su fuente de empleo.

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