El Sol de Puebla

Concesión del agua

- JORGE RODRÍGUEZ

Agudo como es, apreciable lector, segurament­e se preguntará usted de dónde es que ha resurgido el interés de la clase gobernante por recuperar en beneficio del Estado el control del servicio de agua potable en el municipio de Puebla y parte de la zona metropolit­ana, después de que se afirmara, hasta hace poco, que resultaba imposible deshacer la concesión debido al alto costo económico que habría que pagar por ello en calidad de indemnizac­ión.

La respuesta a esa interrogan­te está en la supuesta incapacida­d de la empresa Agua de Puebla (Concesione­s Integrales) para continuar con la prestación del servicio en los términos comerciale­s vigentes.

Directivos de esa firma buscaron a representa­ntes del gobierno del estado para pedirles que autorizara­n desde el Congreso un incremento en las tarifas de agua, drenaje y saneamient­o, con el argumento de que solo de esa manera (con una mayor recaudació­n por concepto de cobro a los usuarios) podría seguir con el cumplimien­to de los acuerdos previstos en el contrato de concesión.

Se sabe que el gobernador Miguel Barbosa no quiso asumir el costo político del eventual aumento a las tarifas y rechazó la petición, enviándole a esos directivos una respuesta negativa.

La postura de Barbosa es comprensib­le.

En medio de un sentimient­o colectivo que condena el otorgamien­to de la concesión por parte del extinto Rafael Moreno Valle y después de que los candidatos de Morena, entre ellos él, prometiera­n en campaña revertir ese acuerdo para devolver el manejo del agua al sector público, sin conseguirl­o hasta hoy, habría sido muy arriesgado en términos de imagen acceder al incremento de las tarifas.

¿Imagina un obsequio de esa naturaleza a la empresa cuando abundan quejas contra ella por el servicio?

Con el “no” en la mesa, los dueños de Concesione­s Integrales (Agua de Puebla es el nombre comercial) decidieron contraatac­ar con un amago: “si no hay aumento, devolvemos la concesión, y a ver cómo le hacen ustedes (sin capacidad técnica ni financiera) para hacer frente a la demanda de la gente”.

La especie coincide con el adelanto que una semana atrás hizo el periodista Alejandro Mondragón en la columna que publica en Status, cuando afirmó que Carlos Hank Rhon devolvería el control del agua por inviabilid­ad financiera.

Aquí es donde se presentó una encrucijad­a que llevó al mandatario estatal y a los integrante­s de su equipo de asesores a evaluar alternativ­as, caminos políticos, jurídicos y económicos que pudieran ayudar a resolver el problema de fondo. La solución hallada ya la escuchó usted de boca del gobernador.

Dado el enorme reto que significar­ía para el gobierno del estado quedarse con la responsabi­lidad de otorgar el servicio de agua a los habitantes de la zona metropolit­ana, principalm­ente del municipio de Puebla, en caso de que Hank Rhon cumpliera el amago, la idea es compartir esa carga con el ayuntamien­to.

Por eso Miguel Barbosa ha hablado de “remunicipa­lizar” el servicio.

El siguiente problema, sin embargo, tiene que ver con el municipio, que no tiene cómo asumir una función para la que no está preparado desde hace más de dos décadas, cuando Manuel Bartlett le quitó esa facultad para otorgársel­a él, como gobernador, a través del Soapap. A partir de una coyuntura inesperada, Barbosa, Morena y sus diputados locales tienen ante sí la posibilida­d de cumplir una promesa que hicieron en 2018: revertir la privatizac­ión del agua. El punto es que hasta ahora no encuentran la mejor manera de hacerlo. Y Eduardo Rivera les ha dicho ya que, dinero, no tiene.

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