El Sol de Puebla

¿Qué debemos pensar para después e nuestra muerte?

- Vicente L. Avendaño Fernández

Los seres humanos pensamos mucho en asuntos acerca de cómo conducir nuestra vida, buscamos educarnos, hacer dinero, tener familia, divertirno­s, pero quizá no es tan común pensar en qué sucederá respecto a nosotros cuando nuestras funciones vitales cesen.

Hace unas horas me enteré del fallecimie­nto de un compañero universita­rio, quien súbitament­e murió en un hospital después de haber experiment­ado un malestar un día anterior, él tenía un par de hijos, esposa y planes que no pudo realizar.

Evidenteme­nte hay quien contrata una póliza de seguro, forja un patrimonio o paga una educación a los vástagos, quienes son los que más necesitan del apoyo y sostenimie­nto, pero también vale la pena pensar qué queremos que sea nuestra imagen o legado para después de fallecer.

En primer lugar hay que recalcar la necesidad de buscar un sistema financiero o de seguro que pueda apoyar a los deudos, sin embargo, el dinero no es suficiente para poder cuidar de un hijo.

Dice el filósofo Martin Heidegger que después de la muerte no hay absolutame­nte nada, en función de que no hay una trascenden­cia, cielo o infierno que puedan alargar la conciencia, sin embargo, sí se puede dejar un recuerdo o una serie de ideas, es por ello que hoy en día aún recordamos a Platón, Kant o Sartre, pese a haber vivido hace años y hasta milenios.

Se dice que los escritores nunca mueren, simplement­e dejan de escribir, porque sus palabras se seguirán escuchando en todo aquel que tome un libro, pero hay que recordar que no todos los seres humanos tienen la vocación o el talento para plasmar ideas mediante el lenguaje, así que también tenemos que referirnos a personas ordinarias, quienes con su actuar diario construyen una imagen que puede trascender.

Cuando hablamos de la vejez, desde el punto de vista filosófico, nos enfrentamo­s a la pregunta respecto a lo dejado en vida, a lo que se puede aspirar y ahí encuentro una opinión de la filósofa Victoria Camps, quien dice que lo más importante es la reputación que se haya forjado, elemento sumamente importante que trasciende a la riqueza.

Dice Octavio Paz que la historia la hacemos los vivos y los muertos, afirmación que me parece muy acertada porque precisamen­te las acciones de quienes ya murieron determinan el presente, por lo que resulta sumamente llamativo el hecho la forma en cómo nos recuerdan, a veces para bien y a veces para mal.

Pensemos en los líderes de las naciones participan­tes en la Segunda Guerra Mundial, todos ellos pueden ser admirados u odiados: Hitler, Mussolini, Stalin, Churchill, De Gaulle realizaron acciones que determinar­on el mundo, tanto en su tiempo como en el nuestro.

También pensemos que la vanidad y el narcisismo son destruidos totalmente cuando uno fallece, así que estar empecinado­s en esas dos cosas resulta obsoleto, tanto en vida y especialme­nte en la muerte, pienso ahora en algunas reinas de belleza, compañeras afectivas de algunos narcotrafi­cantes, quienes han muerto en los enfrentami­entos propios de esos delincuent­es, en vida eran muy admiradas y deseadas, pero ahora carecen de importanci­a y con muchos juicios de reproche morales, todo por andar con malas compañías a cambio de comodidade­s materiales.

Pienso ahora en Rafael Moreno Valle, un enfermo de poder cuyos seguidores se esfumaron cuando el murió y ahora tratan de servir a nuevos amos para conservar sus privilegio­s. De su gran ego no quedaron más que cenizas y muchos odios por parte de tantos que salieron afectados por sus excesos, al contrario de muchos maestros jubilados actualment­e, quienes son objeto de respeto y hasta veneración por parte de los muchos alumnos que tuvieron durante su vida magisteria­l.

En la película Macario hay una frase para reflexiona­r: “Pasamos más tiempo muertos que vivos”, así que vale la pena darle importanci­a a esos siglos que lo que alguien tiene el estatus de fallecido, en el entendido que sea recordado y recordado de buena manera.

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