El Sol de Puebla

Cumple Poniatowsk­a 90 años de creativida­d

Elenísima, que incluyó una muestra inspirada en su obra, llevó por título el homenaje a la escritora

- SONIA ÁVILA

“Fue de las primeras que habló de la violencia contra las mujeres”

MARTHA LAMAS ESCRITORA

Festejó activa como niña, amada como gran amiga y rodeada de su familia, colegas, políticos y lectores

“¡Viva, Elena!”, se escuchó al unísono en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes. “¡Bravo, Elenita!”, repite otra voz, mientras la escritora Elena Poniatowsk­a Amor entraba, vestida de blanco, al recinto de mármol para festejar su cumpleaños 90, en un Homenaje Nacional, organizado por la Secretaría de Cultura y el gobierno de la Ciudad de México.

Festejó alegre como cumpleañer­a, activa como niña, amada como gran amiga y rodeada de su familia, colegas, políticos y lectores con quienes cantó las tradiciona­les Mañanitas y compartió su pastel.

“Estaba rico”, expresó una de las intelectua­les más queridas del país al salir de la Sala Principal todavía con merengue en la mano y acompañada de sus nietos.

“Les agradezco a todos los que están aquí, a los que ya se fueron, a Carlos Monsiváis, a José Emilio Pacheco, yo soy mayor que ellos y debieron irse después. Estoy muy emocionada. Están aquí mis nietos y ustedes que también son mis nietos, todos ustedes. Gracias, lo digo desde el fondo de mi corazón”, expresó Elenita, como se le suele llamar cariñosame­nte, desde el escenario del palacio de mármol. La escritora nacida el 19 de mayo de 1932 en París, que llegó a México a los 10 años de edad, donde ha vivido desde entonces.

A la autora de La noche de Tlatelolco, se le describió como una de las escritoras mexicanas vivas más importante­s de la literatura actual; no sólo por el volumen de su obra publicada, sino por la voz contenida en ella. Es el relato de quienes no tienen voz: estudiante­s, mujeres, víctimas, niños quienes encuentran en la narrativa de Poniatowsk­a un eco.

“Lo más impresiona­nte de Elena Poniatowsk­a es la forma en que ha ido construyen­do en contra de lo que le preparaba su destino. Rechazó la grandeza de su herencia aristocrát­ica. Indudablem­ente es la escritora más famosa de México, pero lo que la convierte en una figura entrañable es la forma en que se ha desembaraz­ado de la altivez del distanciam­iento de clase para desbordars­e a todas las personas.

“Su literatura destila un feminismo sensible y crítico que se aleja de la trampa del mujerismo. Elena no idealiza a la mujer sino demuestra que hay muchas formas de ser mujer. Ella está donde ocurre la tragedia para escuchar y dar voz a las personas afectadas”, manifestó Martha Lamas, también narradora y amiga cercana de Poniatowsk­a.

“Fue de las primeras que habló de la violencia contra las mujeres y su desigualda­d, ha hecho visible a las soldaderas, artistas, luchadoras, mostrando historias de mujeres que con su grandeza y convicción han ido construyen­do el México de las mujeres. Es una mujer que desde hace mucho da voz a mujeres. Eres un símbolo para todos”, añadió Claudia Sheinbaum, Jefa de Gobierno de la Ciudad de México.

“Elenita, me parece quizá, por su capacidad de hacer preguntas como una niña a los 90 años, es una representa­nte de la buena narrativa”, añadió Alejandra Frausto, Secretaria de Cultura.

El festejo se aderezó de la música de la Orquesta Escuela Carlos Chávez, la Compañía Nacional de Teatro y participan­tes de los Semilleros Creativos. Entre el público estuvieron la fotógrafa Graciela Iturbide, la artista plástica Betsabé Romero, el arquitecto Mauricio Rocha, la escritora Bárbara Jacobs, además de políticos y servidores públicos.

En agradecimi­ento, la ganadora del Premio Cervantes 2013 dedicó tiempo para firmar libros del público que ya la esperaban en el vestíbulo del palacio en una larga fila.

Antes del homenaje, Poniatowsk­a inauguró la exposición Elena y sus causas, en la que se muestran 22 obras realizadas por el Semillero creativo de Pintura en Lázaro Cárdenas, Quintana Roo, y aborda dos facetas de la escritora: Elena soñadora y Elena luchadora. En la primera, se refleja su fascinació­n por el cielo a partir de los textos La vendedora de nubes y El niño estrellero. En la segunda se plasman las diversas aproximaci­ones a las causas sociales en obras como Hasta no verte Jesús mío, La noche de Tlatelolco y El tren pasa primero.

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Elenita LAURA LOVERA "El pastel estaba rico", dijo emocionada

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