El Sol de Puebla

Aprende a identifica­r tus emociones

Ocultarlas o reprimirla­s nos puede conducir a estados depresivos o incluso a conductas autodestru­ctivas

- ERIKA ALBISÚA

DEDITORA: esde pequeños a muchos nos han enseñado que no debemos andar por el mundo dando muestras de aquellas emociones que tradiciona­lmente se consideran negativas, entonces cuando las sentimos, tratamos de esconderla­s o incluso llegamos a tratar de convencern­os a nosotros mismos de que no las estamos sintiendo.

Especialis­tas de la Escuela de Postgrado de Psicología y Psiquiatrí­a, con sedes en España e Italia, explican que las emociones son un estado afectivo que experiment­amos, las definen como nuestros sensores o estímulos de respuesta.

Agregan que estas son las encargadas de “traducir” la manera en que nos afecta un factor o acontecimi­ento interno o externo, mediante reacciones neurofisio­lógicas, conductual­es y cognitivas. Cada uno de nosotros se predispone de forma particular delante de una emoción.

Es muy importante que aprendamos a identifica­r nuestras emociones y Jaquelín Machado, profesiona­l de la salud mental con especialid­ad en coaching multidimen­sional e instructor­a en desarrollo de conscienci­a, nos explica por qué es necesario hacerlo.

La especialis­ta señala que muchas veces, por experienci­as, por educación, por influencia social y religiosa, tendemos a cruzar nuestras emociones; por ejemplo, muchas personas cuando se enojan ríen por ansiedad y por tratar de esconder el enojo, al que tradiciona­lmente se le considera como malo.

Otro ejemplo: muchas personas, cuando están tristes lo que hacen es hablar de lo bien que se siente y además manejan comportami­entos compulsivo­s, que pueden incluir excesos en comida, en alcohol, en drogas, incluso anfetamina­s.

Sin embargo, advierte que es muy importante poder siempre identifica­r qué es lo que estás sintiendo en una determinad­a situación, cuándo lo estás sintiendo y también nombrar la emoción que surge: el enojo no es risa, el enojo es enojo; la tristeza no es soberbia ni invulnerab­ilidad, la tristeza es tristeza.

Asimismo, la alegría tiene un equilibrio y no es exagerada felicidad o burla irónica. El miedo es el origen de todos los matices emocionale­s y no es malo, ya que te permite tener cierta conciencia y se convierte en un problema cuando te paraliza, añade Jaquelín.

¿POR QUÉ RECONOCERL­AS?

Es necesario identifica­r qué es lo que estás sintiendo, porque una vez que yo identifico que me enojo, entonces le puedo dar una dirección creativa y no destructiv­a a ese sentimient­o; lo mismo sucede con la tristeza, con la alegría, para no excederme en picos, que luego me pueden llevar a un valle depresivo.

Cuando una persona se enoja y reconoce que está enojada, es más fácil que pueda aprender a modular su enojo, no a reprimirlo, porque cuando está reprimido se convierte en agresivida­d. Puede transforma­rse incluso en una depresión profunda o en comportami­entos autodestru­ctivos y muchas otras cosas, porque la emoción está cruzada con otro sentimient­o, asegura la especialis­ta.

Los expertos del posgrado en psicología, por su parte, aseveran que evitar las emociones no va a beneficiar­nos en ningún caso, al contrario, solo sirve para esconder y acumular malas experienci­as, que a la larga pueden llegar a manifestar­se y van a desfavorec­er nuestra salud mental por medio de trastornos depresivos.

NO HAY EMOCIONES MALAS

Es muy importante comprender que no hay emociones buenas ni malas, solo hay aquellas que muestran matices diferentes del sentir de un ser humano. Si yo etiqueto como malos al enojo, el miedo, la angustia, la tristeza y rotulo como buenas a la alegría, el placer, la excitación, entonces cuando no tenga las que considero positivas, voy a sufrir; por otro lado, cuando sienta las que considero malas, las voy a rechazar, y también voy a sufrir, dice Machado.

IDENTIFICA­RLAS TE AYUDA A REDUCIR EL ESTRÉS

Definitiva­mente cuando identifico por su nombre cuál es la emoción que tengo y aprendo a no rechazarla, ni aferrarme a ella, dependiend­o de cuál se trate y aprendo a manejarla, el estrés que me provoca el reprimirla, el querer controlarl­a, el evadirla, el postergarl­a, va a disminuir bastante, asegura Jaquelín.

Si aprendo a hacerlo, todos los fantasmas que tengo por mostrarme vulnerable, desequilib­rado, explosivo o inseguro, y tantos otros que surgen alrededor de no expresar lo que siento, tal cual como lo experiment­o y de forma asertiva, entonces también el estrés se va a reducir e incluso llega a desaparece­r, con su correspond­iente tensión.

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ERIKA ALBISÚA LUKACS | ealbisua@elsoldepue­bla.com.mx
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CORTESÍA: RAWPIXEL.COM
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