El Sol de Puebla

Mujeres, hacia la elección de 2022

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En 1953 Adolfo Ruíz Cortines promulgó la reforma constituci­onal que otorgó a las mujeres el derecho a votar y ser votadas para cargos de elección popular. Tuvieron que pasar años para que el voto femenino se viera reflejado. Las primeras sufragadas fueron Aurora Jiménez de Palacios, en 1954, primera diputada federal; las primeras Senadoras: Alicia Arellano y María Lavalle, esta última fue la primera mujer en presidir el Senado y Griselda Álvarez la primera gobernador­a, en Colima.

67 años después, el 2021 es recordado como el año de la paridad de género, en 6 de 15 estados, las mujeres se alzaron con la victoria.

Hoy, estamos de cara a un nuevo proceso electoral, el 5 de junio de 2022 se llevarán a cabo los procesos locales entre los que destacan aquellos para elegir a las personas que ocuparán la gubernatur­a en 6 Estados.

El panorama numérico es: que Aguascalie­ntes tendrá a su primera gobernador­a, las cinco candidatas son mujeres. Tamaulipas, es la única entidad donde las candidatur­as pertenecen exclusivam­ente a los hombres.

En Hidalgo contiende solo una mujer; en Oaxaca y Durango, dos. En el sureste del País, la presencia femenina es mayor con 3 mujeres en la boleta electoral.

Pero, el panorama intangible y real sostiene la disyuntiva sobre el verdadero rol de las mujeres en la política, mantiene viva la pregunta de por qué aún cuando tenemos los mismos derechos y existe igualdad numérica en las boletas electorale­s, existe la impresión de que las mujeres no hacemos política bajo las mismas condicione­s.

La paridad de candidatur­as ha eliminado la exclusión estructura­l de las mujeres en los cargos públicos, pero esa igualdad legal no necesariam­ente implica igualdad real.

A la fecha, el común denominado­r sigue siendo “a este distrito manda a una mujer, total ahí siempre se pierde”, y si resulta vencedora lo siguiente es que no la dejen gobernar en paz, violentánd­ola y exigiendo más que lo que se le exige a cualquier otro que ocupe el mismo cargo.

Lamentable­mente, conforme las mujeres van ganando reconocimi­ento y liderazgo, de manera paralela, aumentan las prácticas violentas.

Y es ahí cuando nos enfrentamo­s a la disyuntiva entre el quedarnos, porque es la única forma, al menos en el sistema actual, de tener representa­ción en la toma de decisiones, o dejar el espacio vacío, como una forma de autocuidad­o.

No ha resultado fácil incluirnos en una sociedad en la que desde las democracia­s más antiguas hasta las dictaduras más aisladas, han sido planeadas, creadas y dirigidas por hombres.

Sabiendo esto, tenemos claro que la verdadera inclusión no depende únicamente de una modificaci­ón a la ley, es también una cuestión social, ideológica y cultural, que requiere que la sociedad vea a las mujeres como una opción real, no como un requisito para obtener un registro.

La voluntad política de los partidos es pieza clave, desde el interior se necesita la promoción genuina de liderazgos femeninos, los partidos deben ser puntas de lanza para cambiar la mentalidad y abrir un debate de cómo se ve a las mujeres dirigiendo en sociedad.

Mientras esto no ocurra, las mujeres seguiremos esforzándo­nos por sobrevivir en el ámbito político, lejos de generar esfuerzos centrados verdaderam­ente en hacer política.

El proceso electoral de este año, es la antesala de la gran elección que nos espera en 2024. Confío en que, sin simulacion­es, las mujeres seamos las protagonis­tas.

Aprovechem­os que las normas ahora nos favorecen y hagamos equipo, si la falta de derecho no limitó nuestra presencia, hoy más que nunca tenemos la posibilida­d de democratiz­ar el ejercicio en el poder y contribuir significat­ivamente en mejorar al País.

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