El Sol de Puebla

El padecer de un manager

- J. L. Hermida Uscanga

Ser manager es la responsabi­lidad más complicada que existe en el beisbol. Si gana el equipo, el héroe siempre es un jugador; si existe un villano, se encuentra banca y el culpable es el tripulante de la nave.

Decía Mako Oliveras, en aquel 1985 cuando dirigió a los Ángeles de Puebla. "El jugador hace al manager no el manager al jugador. Si se gana es por ellos, si se pierde uno es el culpable".

"Zacatillo" Guerrero, uno de los grandes timoneles que ha dado la pelota mexicana compartía que a la hora de tomar decisiones el manager siempre debía confiar en su corazonada.

Lo comparto porque "a toro pasado", todo el que está involucrad­o en el mundo del beisbol se siente tremendo timonel, pero la realidad es que, ningún estratega que está al frente de un equipo hace un movimiento con la intención de equivocars­e.

Todos actúan tratando de que ese pelotero responda y rescate a la nave en el momento en que parece hundirse. Ya sea a la ofensiva, defensiva o en el centro del diamante.

De plano Willie Romero ha buscado, pero no ha encontrado la fórmula para levantar a unos Pericos, que por quinta vez consecutiv­a y séptima en la historia bajo esta bandera está a nada de clavar el pico ante su verdugo de toda la vida, los Diablos Rojos del México.

En la banca se ve a un Willie desencajad­o, quizá desesperad­o porque la nave no sale a flote, ni con los consejos de toda su paisanada que conforma el cuerpo técnico ni con la magia sabermétri­ca de su también coterráneo Wilmer Reina.

A Yucatán, que terminó armándose hasta los dientes para convertirs­e en un trabucazo, se le brindó tremenda pelea, pero al final en un juego de palos, una acción defensiva marcó el destino de la serie.

De ese error en el sexto juego de Ciro Norzagaray no se puede culpar al manager. Jugadas como esas Ciro hizo centenares, pero falló la ahora cero, quizá pagando el precio de la presión que implica jugar postempora­da.

En el pitcheo no hay justificac­ión. Todos sabíamos que era el Talón de Aquiles de Pericos, y si bien compitió en el cierre de la temporada, en playoffs ante rivales como los que se encontró, claro que iba a padecer.

Aunque sí sorprendió que en el juego del martes contra Diablos, con la ventaja de 5-4 en la séptima ronda jalara por un novato como Christian Alvarado, cuando el juego pendía de un hilo.

Pienso como muchos, que en el bullpen existía mayor experienci­a para salir a defender esa ventaja en lugar de recurrir a un joven con un amplio futuro, pero que carece de ese camino recorrido para enfrentar momentos claves.

En cuanto al preparador y al cerrador, creo que ya deben comenzar a buscar en otros lugares. Ni Yoimer Camacho ni Vicente Campos han demostrado arrestos para sacar la casta en postempora­da, a pesar de la ilusión que nos vendieron sobre el final.

Es un mal que ha padecido siempre Pericos. Sucedió antes con Pete Cervantes, Pedro Rodríguez, Luis Ramírez, quienes después de ser invencible­s en temporada regular, se derrumbaba­n en playoffs.

No hay de otra, más que aprender de las derrotas, y comenzar a trabajar en pos de un futuro mejor.

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