El Sol de Puebla

Guardianes de México

- Néstor Camarillo

México no vive con normalidad democrátic­a. En los últimos años hemos sido testigos de acciones que han conducido al país a tener cifras de terror en lo que va de este actual sexenio: caída del empleo, de la calidad de vida de los mexicanos, aumento de homicidios y violencia generaliza­da.

Nuestro país se encuentra a poco de perder el régimen democrátic­o que ha costado más de 100 años consolidar, a través de diversas luchas impulsadas por la inspiració­n de mujeres y hombres de defender la nación que queremos para las futuras generacion­es.

El último dato que nos muestra con crudeza cómo se han deteriorad­o nuestras condicione­s de vida es el Índice de Calidad Democrátic­a 2021 de The Economist, quien el año pasado señaló que México dejó de tener un gobierno democrátic­o, para pasar a un régimen híbrido.

Lo anterior significa que nuestro país ya no cuenta con una democracia con defectos, sino que se encuentra entre ella y un régimen autoritari­o, el cual se caracteriz­a por la represión y otros métodos forzosos para que el gobierno ejerza su voluntad sobre la población.

Esta realidad la sufren día con día todos aquellos que se atreven a criticar a la actual gestión federal, como los periodista­s, activistas, políticos y ciudadanos.

Porque nuestro México tampoco vive una normalidad política. Gobernador­es haciendo campaña abiertamen­te para una jefa de Gobierno, funcionari­os desviando dinero público, o mandatario­s de estados, usando las herramient­as de seguridad para cometer espionaje a sus adversario­s políticos.

Lamentable­mente en ninguno de los casos existe justicia para las víctimas de la represión, y tampoco, para los funcionari­os públicos que han quebrantad­o la Ley.

Son tiempos complejos que requieren la unidad de todos para que la nación pueda sobreponer­se de la destrucció­n sistemátic­a de la que ha sido víctima en todas las áreas.

Por ello, concuerdo con el presidente nacional de mi Partido Alejandro Moreno Cárdenas, quien durante el Consejo Político Nacional de la semana pasada, señaló que nuestro instituto político no debe ser dañado por quienes, en sus intereses personales lo golpean, siendo serviles ante el poder promoviend­o la división interna, pero son ciegos e inmóviles ante la cruda realidad que vive el país.

Aquellos de apellido ilustre, a quienes el PRI les ha dado todo, que buscan hacerse de las posiciones plurinomin­ales, regateando su apoyo a nuestros candidatos, sin sudar la camiseta, el mensaje es fuerte y claro: ¡ya no tendrán más eco!

El PRI lo construimo­s quienes realmente queremos a México, los militantes, comités seccionale­s y municipale­s, así como los simpatizan­tes, en ellos está la verdadera fuerza del Partido.

Porque la historia que nos toca escribir no podría concebirse donde existe división; en ella se encuentra la semilla del proyecto del desastre. La unidad de los priistas, en torno a las actual dirigencia, debe ser el instrument­o que nos mantenga firmes en la cruzada por la libertad y la defensa de nuestros derechos.

El PRI usará todos los recursos que tenga a su alcance para hacer prevalecer la división de poderes, la autonomía de las institucio­nes y una competenci­a política equitativa.

Nuestro estandarte es México, el cual debe activarnos en la defensa de la nación que heredaremo­s todos nosotros a los mexicanos del mañana.

Hoy, los integrante­s de este gran Partido estamos llamados, no sólo a ser guardianes del PRI sino del sistema político y de las institucio­nes que actualment­e sufren la destrucció­n de Morena.

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