Guardianes de México
México no vive con normalidad democrática. En los últimos años hemos sido testigos de acciones que han conducido al país a tener cifras de terror en lo que va de este actual sexenio: caída del empleo, de la calidad de vida de los mexicanos, aumento de homicidios y violencia generalizada.
Nuestro país se encuentra a poco de perder el régimen democrático que ha costado más de 100 años consolidar, a través de diversas luchas impulsadas por la inspiración de mujeres y hombres de defender la nación que queremos para las futuras generaciones.
El último dato que nos muestra con crudeza cómo se han deteriorado nuestras condiciones de vida es el Índice de Calidad Democrática 2021 de The Economist, quien el año pasado señaló que México dejó de tener un gobierno democrático, para pasar a un régimen híbrido.
Lo anterior significa que nuestro país ya no cuenta con una democracia con defectos, sino que se encuentra entre ella y un régimen autoritario, el cual se caracteriza por la represión y otros métodos forzosos para que el gobierno ejerza su voluntad sobre la población.
Esta realidad la sufren día con día todos aquellos que se atreven a criticar a la actual gestión federal, como los periodistas, activistas, políticos y ciudadanos.
Porque nuestro México tampoco vive una normalidad política. Gobernadores haciendo campaña abiertamente para una jefa de Gobierno, funcionarios desviando dinero público, o mandatarios de estados, usando las herramientas de seguridad para cometer espionaje a sus adversarios políticos.
Lamentablemente en ninguno de los casos existe justicia para las víctimas de la represión, y tampoco, para los funcionarios públicos que han quebrantado la Ley.
Son tiempos complejos que requieren la unidad de todos para que la nación pueda sobreponerse de la destrucción sistemática de la que ha sido víctima en todas las áreas.
Por ello, concuerdo con el presidente nacional de mi Partido Alejandro Moreno Cárdenas, quien durante el Consejo Político Nacional de la semana pasada, señaló que nuestro instituto político no debe ser dañado por quienes, en sus intereses personales lo golpean, siendo serviles ante el poder promoviendo la división interna, pero son ciegos e inmóviles ante la cruda realidad que vive el país.
Aquellos de apellido ilustre, a quienes el PRI les ha dado todo, que buscan hacerse de las posiciones plurinominales, regateando su apoyo a nuestros candidatos, sin sudar la camiseta, el mensaje es fuerte y claro: ¡ya no tendrán más eco!
El PRI lo construimos quienes realmente queremos a México, los militantes, comités seccionales y municipales, así como los simpatizantes, en ellos está la verdadera fuerza del Partido.
Porque la historia que nos toca escribir no podría concebirse donde existe división; en ella se encuentra la semilla del proyecto del desastre. La unidad de los priistas, en torno a las actual dirigencia, debe ser el instrumento que nos mantenga firmes en la cruzada por la libertad y la defensa de nuestros derechos.
El PRI usará todos los recursos que tenga a su alcance para hacer prevalecer la división de poderes, la autonomía de las instituciones y una competencia política equitativa.
Nuestro estandarte es México, el cual debe activarnos en la defensa de la nación que heredaremos todos nosotros a los mexicanos del mañana.
Hoy, los integrantes de este gran Partido estamos llamados, no sólo a ser guardianes del PRI sino del sistema político y de las instituciones que actualmente sufren la destrucción de Morena.