La esperanza se apaga; más de 21 mil muertos
Llega un primer convoy de ayuda a las zonas rebeldes de Siria; se extienden el hambre y la desesperación
BAB AL HAWA. La esperanza de encontrar más supervivientes se desvanecía en las zonas afectadas por el potente terremoto en Turquía y Siria, uno de los más mortíferos en décadas en la región, con más de 21 mil fallecidos.
Los equipos de rescate continúan la búsqueda de miles de personas que se sospechan están atrapadas entre los escombros, pero el optimismo mengua ante las gélidas temperaturas y la superación del plazo de 72 horas que se considera crucial para salvar vidas.
El último balance basado en datos oficiales y médicos era de 17 mil 674 muertos en Turquía y 3 mil 377 en Siria, aumentando el balance general a 21 mil 051 muertos. Los expertos consideran que aumentará.
A ello hay que sumar las pérdidas económicas, que según la agencia de calificación Fitch probablemente pueden “superar los 2 mil millones de dólares” y “podrían alcanzar los 4 mil millones de dólares o más”.
El Banco Mundial anunció ayer que aportará mil 780 millones de dólares a Turquía para ayudar en los esfuerzos de asistencia y recuperación. Estados Unidos anunció un paquete inicial de 85 millones de dólares para ayuda de emergencia.
EN RIESGO, 23 MILLONES
Unos 23 millones de personas están “potencialmente en riesgo, incluidos unos cinco millones de personas vulnerables”, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), que teme una grave crisis sanitaria, con enfermedades como el cólera, que causaría aún más daños que el terremoto.
El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) Tedros Adhanom Ghebreyesus anunció que viaja rumbo a Siria.
En la ciudad turca de Antakya, los supervivientes buscaban a sus familiares difuntos entre bolsas mortuorias depositadas en un estacionamiento convertido en una morgue improvisada.
El terremoto de 7,8 ocurrió en la madrugada del lunes, mientras mucha gente todavía dormía en esta región donde muchos ya sufrieron la pérdida y el desplazamiento debido a la guerra civil de Siria.
El secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, instó al Consejo de Seguridad a autorizar la apertura de nuevos puntos fronterizos entre Turquía y Siria para entregar ayuda humanitaria de la ONU a las víctimas del terremoto.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) informó que un primer convoy de ayuda a las zonas rebeldes del noroeste de Siria ingresó el jueves por el puesto fronterizo de Bab al-hawa, según la ONU y un responsable en ese lugar.
La entrega incluye mantas, colchones, tiendas de campaña y artículos básicos de socorro para cubrir las necesidades de al menos 5.000 personas.
Al otro lado de la frontera, el descontento crece ante la reacción de las autoridades al terremoto que, según admitió el mismo presidente Recep Tayyip Erdogan, tuvo “deficiencias”.
Numerosos supervivientes tuvieron que buscar por sí mismos comida y refugio. Sin equipos de rescate en varias zonas afectadas , algunos de ellos contemplaron impotentes cómo sus familiares atrapados pedían ayuda hasta que sus voces se apagaban.
El frío agrava la situación. Aunque con temperaturas de -5oc, miles de familias en Gaziantep pasaron la noche en coches o tiendas de campaña al no poder volver a sus casas o tener miedo de hacerlo.
Los padres paseaban por las calles de esta ciudad turca cargando a sus hijos, envueltos en mantas, porque pasaban menos frío que en las tiendas.
El rescate de un niño de dos años tras pasar 79 horas atrapado entre los escombros de un edificio derrumbado en Hatay, en Turquía, y de varias personas más, levantó el ánimo entre los cansados equipos de búsqueda.
Antes, rescatistas habían liberado de los escombros a dos hermanos, de cinco y once años, que llevaban 84 horas atrapados entre las ruinas de un edificio.
No obstante, se desvanecían las esperanzas de encontrar a muchos más con vida entre las ruinas de pueblos y ciudades.
Un responsable turco dijo que la catástrofe planteaba “dificultades muy serias” para la celebración de unas elecciones previstas para el 14 de mayo, en las que se espera que Erdogan se enfrente al reto más difícil de sus dos décadas en el poder.
En Bruselas, la Unión Europea prepara una conferencia de donantes en marzo para movilizar ayuda internacional para Siria y Turquía.
“Nadie debe quedarse solo cuando una tragedia como esta golpea a un pueblo”, dijo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
La cuestión de la ayuda es espinosa en Siria, castigada por la guerra civil, con zonas del país bajo control rebelde y un gobierno enemistado con Occidente.
La Unión Europea envió rápidamente equipos de rescate a Turquía, que también recibió ayuda de Estados Unidos, China o los países del Golfo, pero inicialmente ofreció una asistencia mínima a Siria por las sanciones contra Damasco.
El miércoles, sin embargo, el gobierno de Bashar al Asad solicitó formalmente ayuda a Bruselas y la Comisión Europea instó a los Veintisiete a “responder favorablemente”, aunque vigilando que la ayuda “no sea desviada”.
El enviado especial de la ONU para Siria pidió ayer no politizar la ayuda humanitaria. “Tenemos que hacer todo lo posible para asegurar que no hay ningún obstáculo a la ayuda vital que es necesaria en Siria”, dijo Geir Pedersen.
En una región de recurrente actividad sísmica, el terremoto del lunes es el más fuerte en Turquía desde 1939, cuando una sacudida mató a 33.000 personas en la provincia oriental de Erzincan.
En 1999, otro sismo de magnitud 7,4 causó más de 17 mil muertes.